El Amor y sus amantes || Poema de Alondra González Méndez

Algo tienen en común
de la Cruz un tal San Juan,
George de apellido Herbert,
y el resucitando David Bowie.

No es sólo que son varones
nacidos en el mismo polo atlántico:
ajenos al Franciscano,
a las estigmas castigadas,
a la teología ilustrada,
y a las pastorelas.

Es que los tres
(aunque el primero se profese femenino
uno más, odaxelganio
y el tercero, un humano clandestino)
los tres
yacen en el mismo lecho, en aposento divino.
Los tres se acuestan con Dios
son teosexuales.

Mas hay un inconveniente
y es que con cada uno Él es diferente.

Con ella Dios fue amante atento:
le dejó un orgasmo,
se recostó en su pecho florecido
y dotó su vida de sentido.

Al segundo lo nombró digno
con el fin de poseerlo.
Frente a Él lo sentó
y la boca le llenó.

En cambio, con el tercero
el sexo se tornó intrincado.
La confianza de que Él lo había dotado
lo trastocó altanero.
Así, él tildó de caprichoso al Dios
cuyo encuentro fue antes
vía única de totalidad,
pregonó amor no correspondido
y se nombró fragua de sentido.

Mística, metafísica y glam rock
no son más que tres etapas
de una misma situación.

***

Autora: Alondra González Méndez (Ciudad de México, 1998). Es estudiante de Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Aficionada de la poesía barroca y del modus vivendi posmoderno; escribe poemas como brinca la cuerda: sin saber si salta o cae.