Sobre ratas y programas de educación de arte

¡Cualquiega puede cocinag!

Auguste Gusteau

No necesitas ser un experto para llegar a ser un gran artista

Rui Torres

¿Qué tienen en común la delegación Magdalena Contreras en época de lluvias y la película de Ratatouille (Brad Bird, 2007)? La naturaleza de sus inusuales protagonistas: las ratas. En ambos casos, estos actores del submundo emergen hacia la cotidianidad normativa para quebrantar estereotipos y cambiar las maneras hegemónicas de comprender el mundo.

Captura de la película Ratatouille (2007)

Por un lado, en la película Ratatouille, presenciamos la historia del carismático Remy, una rata parisina que, para sorpresa de todos, sueña con convertirse en chef. Después de varias contrariedades, al final de la película, el pequeño Remy, junto con sus amigos y nuevos socios, abre su propio restaurante. El triunfo de esta amigable rata queda enmarcado por las palabras del icónico chef Auguste Gusteau: “¡Cualquiega puede cocinag!”. Por otro lado, tras las monstruosas lluvias de la semana pasada, algo aún más sublime apareció en el drenaje de la delegación Magdalena Contreras, impidiendo el flujo de uno de sus arroyos del desagüe. Se trata de una enorme botarga de rata que se convirtió en noticia, llegando a varios noticieros y otros medios de comunicación citadinos. En twitter, se realizaron todo tipo de especulaciones acerca de la rata gigante, incluso hay quien dice que se trata de algo más que un simple objeto inanimado.

En la figura de la rata queda materializado el concepto de lo ominoso como lo entiende el psicoanálisis: aquello que es abominable pero familiar, aquello que está presente en lo subterráneo, que se intenta reprimir, pero que igual aparece. Queda claro que los encuentros con lo ominoso no se caracterizan por lo agradable; lo que sí es que descolocan y en esa revoltura y desorden se abren posibilidades de nuevos reacomodos. Las ratas, por lo tanto, nos ayudan a conocer cosas nuevas sobre la realidad como la conocemos, nuevos elementos inesperados que, a la larga, pueden convertirse en conocimientos fructíferos. Así que antes de salir corriendo al contacto con una rata, o quizás después, podemos preguntarnos qué podemos aprender del ataque de esta alteridad.

Habiendo dicho esto, quiero hablar del Programa Educativo SOMA (PES) y su actual exposición Rat Attack!, la cual surge como el proyecto final de los actualmente participantes de este programa.

Primero que nada, SOMA es una asociación civil, fundada en el 2009 en la Ciudad de México por un conjunto de artistas que se unieron para generar una plataforma única dedicada a la enseñanza de las artes y el intercambio cultural. Como parte de su oferta, SOMA cuenta con tres programas: «Miércoles de SOMA», un programa variado abierto a todo público que se desarrolla de manera semanal y gratuita en las instalaciones de SOMA (temporalmente por YouTube); «SOMA Summer», impartido en inglés cada verano con una temática específica cada año; y el «Programa Educativo SOMA», proyecto dirigido a artistas, con una duración de dos años e impartido en español. Este último representa una oferta educativa alternativa a los modelos de posgrados oficiales del país, combinando cursos, talleres, sesiones de crítica y eventos públicos en los que participan distintos docentes y otros participantes e invitados.

Como conclusión del PES, los participantes realizan un proyecto donde presentan públicamente los resultados de los dos años de trabajo en SOMA. Este año el proyecto final toma forma en una exposición presencial y virtual llamada Rat Attack!. Como lo explica Verónica Gerber, a quien invitaron para realizar los textos que acompañan a la exposición, el nombre de Rat Attack! proviene de dos fuentes: por un lado, el legendario fenómeno del Rey de las ratas, y por el otro, el también legendario show de manualidades para televisión Art Attack, en donde aprendimos que «no necesitas ser un experto para llegar a ser un gran artista» (un slogan muy parecido al de la película Ratatouille).

Rat Attack!, al tratarse de la exposición de los procesos individuales de cada uno de los once participantes del PES, se trata de una muestra infinitamente variada. Cada pieza es un universo en sí mismo y estos mundos van desde el personaje de Pancho Pistolas, hasta la búsqueda de generar anticuerpos para las adversidades del capitalismo, pasando por las relaciones entre Estados Unidos, los hashtags, la maleza, los aeropuertos, el erotismo sin límites, el isomorfismo, el mercado del arte, el Popocatépetl y el devenir objeto.

Lo que hila a la exposición es en parte el formato, pues cada pieza está planteada como el episodio de un show conducido por ratas. Además, en palabras de Verónica Gerber, «Rat Attack! homenajea la supuesta inferioridad de las manualidades y parodia el aura intelectual y teórica del arte». Por esto la figura de la rata, aquella que reina en lo subterráneo y lo reprobable, es el estandarte de la muestra.

Además de las visitas (que para mantener las medidas de seguridad se llevan a cabo en grupos de diez personas y deben de agendarse a través del sitio web), Rat Attack! cuenta con una página de internet en la que se presentan y se describen de manera única los proyectos de cada uno de los participantes del PES. También, el «Miércoles de SOMA» se ha dedicado a abonar al proyecto de Rat Attack!, con participaciones de los artistas, la misma Verónica Gerber, Ítala Shmelz, Alberto Perera, El Pinche Barrendero, entre otrxs.

Encontrarse con ratas no siempre es una experiencia deseable. Yo misma tengo una historia traumática con una rata en mi escusado, pero no debemos privarnos ante lo que éstas pueden aportarnos. Al final, lo que las ratas logran es encararnos con nuestra propia incomodidad y angustia. Además, no podemos negar la posibilidad de que nos toque conocer al próximo chefcito.

En memoria de Rui Torres y el chef Auguste Gusteau