Reflexiones múltiples || Poemas de Andrey Gómez Jiménez

Pecado original

Existen días en los cuales soy todo menos paz,
jueves vallejos en los que me corroe aserrín
por las venas,
y mis yemas son aguaceros tristes.

Octubres de ira contra crucifijos,
de memorias traicionadas,
de indígenas y Dioses aztecas pisoteados.
Meses de rabia contra la boca imbécil de los hombres.
De fe ciega en Colón.

Es entonces que no tengo poemas para la juventud,
ni palabras de miel para mis amantes.
solo tengo panes negros,
ojos grandes, hondos, secos: cavidades.
Y una pluma con la historia del universo.

Existen días en los que soy nada;
y soy paz.

*

Multitudes

Apunta la filosofía,
y un ineludible escritor,
que el hombre no es solo uno.
Que el sistema binario miente y que un hombre,
son todos los hombres y a la vez todas las mujeres.

“Soy inmenso”, dijo Whitman.
Y en esta sencilla explicación,
puedo al fin entender esta tristeza milenaria que acaece sin tregua.

Escriben ahora mis antepasados,
por eso en la literatura hay personajes que les duele no el cuerpo; sino el mundo.

En este porvenir me conforman las ciudades que caminan,
el insomnio y el tren, los astros y los siglos que nos ignoran.
Pero soy también el tiempo, Borges lo sabía
y por eso escribió “remordimiento”.

Soy el inexorable sol y el frío hielo,
la bisagra de lo eterno,
la puerta, el umbral,
la Biblia y el Quijote.
Pangea, la flecha, la muerte, el gran signo.

“Soy multitudes”, afirmó el poeta Whitman.

Ahora al fin entiendo,
por qué escribir me hace siempre
llorar amargamente.

*

En el ojo del huracán

Despertar un día,
y en vez de saborear un café,
sentir en el paladar el amargo inicio del fin.

Y saber cuán blanda es la histeria e historia del hombre,
que no ha sabido ser nada más que una mota de polvo,
en aquel universo que nos quedó grande.

Una vez pedí una pluma
que borrara para siempre la historia,
como justicia divina a Gaia.

Y ahora, al borde del precipicio,
quisiera creer que merecemos
una décima oportunidad,
y abrazar,
y dar la mano
por última vez.

Nos quedan unas cuantas centésimas o décadas.
Pero la recta final de la existencia es inevitable,
y con ella,
todos los versos de los hombres
que nunca pudieron conciliar el sueño.

No hay viejo ni nuevo mundo.
Tal como apuntó aquel ladrón español en mil cuatrocientos cuarenta y tanto.
Solo hay una sola historia con sabor a ceniza;
la de aquel animal triste
que en búsqueda de sí mismo,
destruyó
todo a su paso.

***

Autor: Andrey Gómez Jiménez (Costa Rica, 1997). Actualmente reside en la ciudad de San Ramón. Ingresó a la carrera de Ingeniería en sistema en la Universidad Nacional de Costa Rica; no obstante, posteriormente decidió abandonarla para estudiar Letras en la Universidad de Costa Rica. Actualmente, es asistente editorial de una revista de investigación científico-académica de la misma Universidad, y cursa los posgrados de Enseñanza del castellano y literatura, así como de Literatura hispanoamericana.