Sifonóforo: Al rescate del cine mexicano

La pandemia que ha paralizado al mundo los últimos meses también ha puesto en jaque a la industria audiovisual. La producción de películas y series a nivel internacional se detuvo con el objetivo de proteger a todo el personal involucrado en una filmación. Asimismo, el cierre de los cines alrededor del mundo es un obstáculo para el éxito de las cintas que llegarían a la pantalla grande.

Esta situación golpea de singular manera al cine mexicano, pues menos del 10% de boletos vendidos en las salas corresponde a producciones nacionales. Además, el reciente intento de supresión de FIDECINE y FOPROCINE dejan ver el ínfimo lugar que el gobierno de nuestro país le ha ofrecido a la producción y difusión de nuevas propuestas cinematográficas nacionales.

En este contexto, a partir de un intento por deslindarse del apoyo estatal, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) presentó Sifonóforo, una iniciativa a través de la cual se recaudarán donaciones para los trabajadores más vulnerables de la industria del cine.

“Sifonóforo es un organismo marino que, aunque parece que es un organismo individual, está conformado por muchos organismos que habitan en el fondo [del mar] pero producen su propia luz, y cada uno tiene sus propias funciones; eso es la comunidad cinematográfica”, explicó el director de cine Alejandro González Iñarritu durante la conferencia de prensa que inauguró el proyecto.

La iniciativa de AMACC alude a la fraternidad y unión entre los miembros de una industria que, en palabras de ellos mismos, es frágil e inconstante. Sifonóforo otorgará un apoyo único de veinte mil pesos a aquellos trabajadores del ámbito cinematográfico que lo necesitan con más urgencia: “Lo importante es que sean trabajadores abajo de la línea, que trabajen en un esquema de pago quincenal o semanal, […] que sus honorarios semanales no excedan de $12,500 o que su compensación mensual sea menor a $50,000”, explicó Leonardo Zimbrón, presidente de la Sección de Productores de Largometraje CANACINE.

Mónica Lozano (presidenta de la AMAAC, arriba centro), Inna Payán (productora, arriba derecha), Leonardo Zimbrón (abajo izquierda), Julio Chávezmontes (productor y guionista, abajo centro) y Alejandro G. Iñárritu (abajo derecha) en la conferencia de prensa de Sifonóforo.

Desafortunadamente, se debe recurrir a las donaciones y al asistencialismo para rescatar a una industria que se verá estancada por tiempo indefinido. No es el primer caso de un sector del entretenimiento que intenta una medida de este tipo. El festival de música Far Away Together ofreció un amplio abanico de conciertos en línea, a través de los cuales solicitaba al público donaciones voluntarias desde $5 hasta $10,000. Las contribuciones llegarían a los músicos, ingenieros, sonidistas, y demás trabajadores que año con año hacen posible la vasta cartelera de conciertos en nuestro país. A pesar de sus atractivas recompensas y sus espléndidas presentaciones, la campaña apenas logró reunir 383 donadores y recaudar poco más de la mitad de su meta, que ascendía a $500,000.

Sifonóforo ya recibió sus primeras contribuciones de la mano de artistas como Salma Hayek, Guillermo del Toro y el mismo Alejandro González Iñárritu. Sin embargo, la iniciativa no está exenta de correr la misma suerte que Far Away Together, especialmente en un país en el que los fideicomisos para la producción fílmica estuvieron a punto de desaparecer, y en el que la escasa exhibición de cintas nacionales no permite crear un panorama completo del talento mexicano. La preferencia en las taquillas por un cine nacional producido para generar millones a partir de tramas sencillas y lugares comunes ha contribuido a que una parte considerable de los mexicanos crea que nuestra cinematografía se reduce a la comedia romántica de títulos como Cindy, la regia. Cintas no necesariamente malas, pero que apenas dejan ver el inmenso abanico de ópticas sensibles producidas en nuestro país, las cuales son afortunadas por encontrar un lugar en pequeñas salas especializadas o plataformas de streaming.

Este proyecto, sin embargo, acierta en aquello en lo que Far Away Together tal vez falló: extender indefinidamente el periodo de donaciones. “Esta convocatoria estará abierta hasta que se agoten los recursos asignados para tal fin”, explica Leonardo Zimbrón. De esta forma, se confiere una responsabilidad especial a los donantes para que haya más y más beneficiarios del bono único de $20,000.

Sifonóforo navega en un mar de incertidumbre, pero la realidad es que todos lo hacemos en este momento. Donde Far Away Together encontró un fallo, esta iniciativa quizá logre un acierto. Actualmente no hay otro remedio más que actuar bajo la metodología de prueba y error, pues nadie nos enseñó a proceder en un escenario tan catastrófico como una pandemia. En estas condiciones, y en un país en donde los apoyos sociales para la emergencia apenas se ven, la solución lógica fue la ayuda autogestiva. Solo caben las preguntas, ¿habrán donadores fuera del ámbito cinematográfico que contribuyan a Sifonóforo? ¿La buena voluntad de los donantes bastará para apoyar, aunque sea un poco, a tantas personas afectadas por la situación?

A una industria que, a pesar de sus tropiezos y omisiones, nos ha regalado historias memorables, no queda más que desearle éxito con esta iniciativa. Y si hay alguien aquí que desee postularse para el apoyo o contribuir con un donativo, toda la información se encuentra disponible en el sitio web del AMACC.