«Que parezca un accidente»: Un cuentario, un ramo a trece rosas

Imagen extraída de Sin Embargo.

Elma Correa es narradora. Aparece en el libro de entrevistas Veintitrés y Uno. Charlas con 23 escritoras de Óscar Alarcón y su trabajo está incluido en compilaciones como Sólo cuento IXBreve colección de relato pornoLados BCuadernos del Periodismo GonzoNarrativa del nortePan de muerto, dos números especiales de ficción de Vice, entre otras. Ha publicado textos en revistas como VicePunto en LíneaPez BananaShandyEl SeptentriónTierra Adentro y emeequisQue parezca un accidente (Nitro/Press, 2018) es su primer libro de relatos.

La autora sabe mantenerte en vilo. Las historias se desenvuelven con una crudeza magistral que te hace pasar de una página a otra sin darte cuenta. Avanzas, tomado de la mano de sus personajes: seres sólidos y estrambóticos que juegan en el borde de lo increíble, construidos de una forma exquisita. Elma Correa les da vida con descripciones acertadas y puntuales. A través de cada una de las tramas, te introduce a un mundo que se abre como una rosa, te seduce por su hermosura y, cuando la tocas, te pinchas con sus espinas bien disimuladas. Tu dedo sangra porque ese «algo» tocó tus filamentos más sensibles.

Que parezca un accidente de Elma Correa es un compendio de trece cuentos bien articulados con personajes emblemáticos que te conducen por un sendero llano y definido, con curvas bien diseñadas, hasta que de pronto la autora da un revés calculado al volante y te lanza al acantilado.

El paisaje del sendero está construido en un inicio por pubertos que experimentan con drogas y negocian con sexo:

También bebemos las cervezas que mi hermano nos dio a cambio de pasar un rato con Laura. Mi hermano es dealer y es un imbécil que ha estado enamorado de Laura desde la secundaria. Laura tiene catorce. Eso quiere decir que mi hermano es un degenerado, porque cuando él estaba en secundaria, Laura apenas tendría ocho años. Laura es mi novia.

El camino prosigue con un grupo de niños que se disputan la casa del árbol y en medio de su batalla campal todo se sale de control. Pasando por un grupo de niñas que comparten sus peores miedos, hasta el personaje que se ve hundido en una especie de “comuna con tintes de secta”:

Puedo ver a mi hermana nítidamente en las en las oficinas de la fundación. Ni gota de maquillaje, el cabello lustroso porque se lo lava con infusiones de sábila y lo remoja durante la noche en aceite de coco, piernas y axilas sin depilar, ropa de segunda porque lo suyo es reutilizar poniendo el ejemplo de frente al consumismo, sentada en flor de loto tomando un té inmundo del algún hierbajo sembrado y cosechado por ella misma. Seguramente por las noches mi madre clama al cielo preguntándose en qué falló.

El sendero baja y se tuerce, hay niños en cuerpos de hombres:

Le llamaban pequeño Ben aunque hacía tiempo que se afeitaba una pelusa lacia que le nacía sobre el labio superior. Le llamaban pequeño Ben porque algo en su mente se había detenido el día que la tía Cora le había hecho aquello.

Me atrevo a decir que el viaje al que te llevan estas narraciones se siente como un pulso refrescante, te da la impresión de que la autora se divirtió en su proceso creativo, logrando contar no solo historias de nuestra actualidad, sino consiguiendo quitarle ese fastidioso velo que a veces opaca a las historias haciéndolas morbosas y moralistas. No, Elma Correo contó lo que debía contarse. Hablo de la fatalidad, de la inocencia perdida, del abuso, la traición y la perdida de la familia y de cuerpos decadentes, pero con ese ligero toque de humor entre líneas que hace toda la diferencia.

Que parezca un accidente es altamente recomendable para todos aquellos que no tienen conflicto en ir descubriendo los trapos sucios que se esconden en las aguas de la humanidad.

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Autora: Tania Yareli Rocha Hernández (Sonora, 1992). Tiene publicaciones en portales literarios: “A tientas” y “La noche de las rosas” en la revista literaria Mamborock, y “La gruyer” en Crónica Sonora. Fue seleccionada en el Programa Editorial de Sonora PES 2017-2018, por la novela juvenil: Ámbar ¿Morir por ser perfecta? Y es coautora del cuentario de Nueva Narrativa Caborquense, seleccionado también por el PES 2017-2018.