Steve Reich: El oído del esteta a través de «Drumming»

Existe un pulso único para cada corazón, pues el tiempo circunda a todas las criaturas. Al acumularse, los pulsos generan un patrón infinito y cambiante, susurrando con los tambores de arterias el ritmo de una música inmensa e inteligible que se construye, desfasa, acentúa y destruye. Pronto, dentro del caos emerge una figura. Una luz que trasluce desde dentro nos hace presentes las siluetas de ritmos pequeños que sueltan su aroma y desaparecen invitándonos a buscar su olor. Nos aventuramos a su encuentro.

Stephen Michael Reich (Steve Reich) es un compositor neoyorkino nacido en 1936, quien, junto con otros destacados compositores estadounidenses, fundó las bases del minimalismo musical. De niño, estudió piano y más tarde comenzó a tocar la batería de jazz a los catorce años. Con su licenciatura en Filosofía terminada decidió dedicarse a la composición, graduándose en Juilliard con Vincent Persichetti en 1961. Su interés por los medios electrónicos le llevó a hacer una maestría en Mills College con Luciano Berio y Darius Milhaud como profesores, donde compuso Melodica para melódica y cinta magnética.

Su primer contacto con el minimalismo fue en 1964 con la obra seminal “En Do” de Terry Riley, con la cual se gestaron los valores filosóficos y estéticos que definirían el género: el uso de elementos musicales mínimos, acordes triádicos sencillos y ritmos repetitivos, todos como una respuesta energética a los sonidos complejos e inaccesibles que permeaban la música académica del momento. A partir de It’s gonna rain, la obra que compuso Reich durante 1965 inspirado en los nuevos conceptos de Riley, cada pieza que compuso avanzaba hacia la formación de una voz única dentro de la corriente minimalista, donde Reich acumulaba, desarrollaba y superponía una plétora de nuevas técnicas como desfases, disminuciones y ampliaciones rítmicas, construcción y deconstrucción de motivos, además de una notación que permitiría repetir libremente los materiales musicales.

Fue durante esta proliferación artística que, en el verano de 1970, Reich visitó Ghana por cinco semanas donde fue tutorado por el percusionista Gideon Alorwoyie, buscando nutrirse y conectarse con la tradición musical de otras culturas. A partir de esta experiencia, el compositor confirma la inspiración para Drumming:

Mi visita en Africa […] confirmó mi intuición de que los instrumentos acústicos podrían usarse para producir música más rica que la producida por medio electrónicos, así como para confirmar mi inclinación hacia la percusión.

Drumming (Percutiendo) es la obra más larga del catálogo de Steve Reich, variando entre 55 y 75 minutos según el número de repeticiones que decida el ensamble. Está escrita en cuatro movimientos que se tocan sin interrupción durante los cuales las percusiones transitan desde el primer movimiento en cuatro pares de bongos a tres marimbas en el segundo, tres glockenspiels en el tercero y todos juntos en el cuarto. Se requieren de – percusionistas al igual de dos o tres voces femeninas y una flauta piccolo, cuyas funciones se detallarán más adelante.

  1. Un pulso en el bongo. Constante y austero. Dos percusionistas lo mantienen antes de que sus brazos izquierdos enciendan otro tambor. Después de un tiempo los dos golpes ya son tres, cuatro, y un golpe sumado a la vez construyen una figura rítmica que será el elemento a partir del cual se edificará toda la obra. Entonces sucede el primer desfase, un percusionista insurgente que mantiene el ritmo acelera su tempo con respecto a los demás generando un eco indistinguible hasta alinearse de nuevo a un tempo común, pero adelantando su figura un octavo. Un nuevo patrón resultante del desfase resuena y entre los tambores afinados comenzamos a escuchar una melodía, primero únicamente en nuestras mentes, después en las manos de un tercer percusionista; son los oídos del compositor señalandonos y diciendo: «escuchen esta melodía que se esconde detrás del ritmo, mírenla crecer». Continuamos escuchando la melodía resultante sin percatarnos de que el percusionista que la acentuaba regresó a su asiento, puesto que una vez que nuestros oídos se asgan de un patrón reconocible hemos aprendido a escuchar con una perspectiva nueva, antes únicamente perceptible por el esteta que la construyó. Una vez establecidos los procesos, el movimiento continúa con su demostración interminable de tantas melodías escondidas entre los desfases de un ritmo tan mínimo. Un último desfase catártico regresa al ritmo a su unísono inicial, los bongos resuenan casi como acordes percutidos. Transportados en el tránsito de su pulso ignoramos el momento en el que las membranas de los tambores se detuvieron e iniciaron las barras de madera de las marimbas en el segundo movimiento.
  2. Hasta nueve percusionistas rodean las tres marimbas del escenario en distintos momentos durante el movimiento. El patrón rítmico ahora ha tomado también color armónico de una escala diatónica y al igual que en el primer movimiento, a partir los patrones resultantes de los desfases se destellan melodías nuevas, señaladas esta vez a través de la voluntad de dos o tres cantantes, quienes son capaces de elegir entre una miríada de posibles patrones sugeridos por el compositor para cantar imitando el percutir de las marimbas. Estos procesos serán la fuerza de empuje principal durante toda la obra. Una vez más de forma indiscernible las marimbas de transforman en tintineantes glockenspiels.
  3. El brillo metálico de los ritmos percutidos en los glockenspiels perdura en la sala por varios segundos, produciendo con las alturas consecutivas la percepción de simultaneidad, un color armónico resonante con un pulso interno. Debido al agudísimo registro de estos instrumentos, es necesaria una flauta piccolo para reproducir algunos de los patrones que resultan de las percusiones. Al terminar los juegos agudos hemos ya recorrido todos los instrumentos en el escenario, es entonces cuando Reich deconstruye el ritmo, de la misma forma que se generó, un golpe a la vez, desaparece la figura hasta quedarse nuevamente con nada más que un pulso constante.
  4. Un pulso constante que ya no es sólo metálico, sino también membranófono acompañado por los bongos y al igual compuesto por la madera de las marimbas. Todos los instrumentos percuten un ritmo al unísono y durante el último movimiento los músicos dotados de un nuevo vigor regeneran la figura rítmica, la desfasan y la acentúan los bongos, cantantes y piccolo en un extático ritual. La cacofonía resultante de la superposición de tantos elementos resulta catártica pues nuestros oídos han sido entrenados para navegarla. Durante los largos minutos del repetido final se esculpe en el centro del escenario una figura deslumbrante compuesta por todos los infinitos patrones.
drumming

Ésta es la disposición de los instrumentos que indica Steve Reich en su partitura. Como saben ya, el elemento escénico de esta música es fundamental para su experiencia. Es por esto que les extiendo a los lectores la invitación a vivir este ritual musical el próximo sábado 1o de Febrero en el auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes a las 19 horas, donde el ensamble de percusiones de la orquesta escuela Carlos Chávez y el ensamble de percusiones SAFA, acompañados de invitados especiales, interpretaran Drumming junto con otras del repertorio de percusión. Ahí estaré para saludarles.