«Historia de un matrimonio»: Lo peor de todos

¿Para qué nos casamos? ¿De quién nos enamoramos? Y, en el peor de los casos, ¿de quién nos decepcionamos? Noah Baumbach (Meyerowitz stories, 2018) vuelve a enfrentarnos con una realidad familiar en Historia de un matrimonio, una dura y ácida historia acerca de Charlie y Nicole.

Ambos conforman un matrimonio con una vena artística notable. Sumergidos en el ambiente actoral y teatral, han llegado a un involucramiento profesional y personal que ocasiona un mutuo conocimiento excesivo hasta llegar al hartazgo. Noah Baumbach hace énfasis más en las fallas que en los aciertos dentro de un matrimonio, las promesas que se hacen y no se cumplen, el «si hubiéramos hecho o cambiado esto». Eso es Historia de un matrimonio.

En el inicio de la película, que comienza en una voz en off en lectura de una carta, el director nos muestra lo fuerte y maduro que era el matrimonio. Destacan todas sus virtudes y las razones por las cuales se encuentran juntos hasta ese momento; aunque incluso los más maduros sentimentalmente tiendan a perderse a veces en reclamos, orgullos y ensimismamientos absurdos. ¡Todos!

Este planteamiento crea una expectativa en el espectador que, catastrófica o no, vuelve a la resolución algo conmovedora y melancólica, pero que termina por satisfacer, se lo haya planteado el público o no, las propias expectativas que se tenían, tanto de la historia como de la misma película. Así es como Noah Baumbach estudia el lado bermagniano de su historia, coqueteando un poco con Escenas de un matrimonio, con la textura de Interiores (1979) de Woddy Allen y jugando al mismo tiempo con los motivos de Story of us (1999) de Rob Reiner.

Aunque la película de Baumbach tiene una voz propia en cuanto al tema de las relaciones y del matrimonio, no deja de recordarnos la inolvidable trilogía de Richard Linklater, Before trilogy: Before the sunrise en 1995, Before de the sunset en el 2004 y Before midnight del 2013. Las pláticas, las peleas y los motivos son casi los mismos. El orgullo, la monotonía en la que ambas partes caen en la relación, los chismes entre los amigos, las confidencias y los egos que tienen que ver con el poder del uno sobre el otro.

A diferencia de sus antecesoras en el tema, Historia de un matrimonio demuestra una moderna atemporalidad, que hace de la historia algo que reconocemos como de nuestro tiempo, aunque no pertenezca a éste, con el objetivo de plasmar que los problemas familiares son los mismos ayer, hoy y también lo serán mañana. Lo único que cambia es la disponibilidad como individuos para solucionarlos. Aquí también podemos mencionar ese viejo dicho que hace referencia a los ciclos:

Todo lo que comienza debe de terminar.

Por ejemplo, todos sabemos que en algún instante moriremos. Eso es indudable. Es realmente catastrófico pensar en ello. Así nace la incertidumbre del después que, en el fondo, atormenta: el pensamiento sobre una persona que continuará su vida sin nosotros o nosotros sin ella, cuando seguramente éramos inseparables, que los gustos eran similares y los defectos no importaban…

El drama de Scarlett Johansson y Adam Driver logra notas destacables de desarrollo de personajes y trabajo de mesa (lecturas de guion). Como resultado tenemos la mejor actuación de cada uno de ellos que nos da su nominación a los Golden Globes en las categorías respectivas de Mejor actor y actriz. Ambos entienden a la perfección las desavenencias tan graves que implican los problemas de sus personajes. El egocentrismo de él con la testarudez de ella, etcétera.

Historia de un matrimonio es, sin duda, una joya del cine moderno; lo más irónico de todo es que está en Netflix. Esto deja en tela de juicio el tema acerca de la calidad que las productoras de streaming están creando y si el cine solamente se puede disfrutar en el cine, sin que caigan estas producciones en un estilo televisivo de baja calidad. Lo anterior lo comentaré en otro texto muy pronto.