Festival Mórbido 2019: «Huachicolero», ¡arde, México, arde!

La corrupción y el crimen organizado han tomado posesión de fronteras, tierras y negocios con el propósito de convertirnos en una tierra sin ley. Hemos visto cómo se derrumba nuestra seguridad, cómo se desmorona nuestra economía y también cómo la repartición de la riqueza se ha polarizado aún más con el aumento de la pobreza.

Quizá, a simple vista, no haya consecuencias evidentes, pero sin duda los que más sufren son las poblaciones pequeñas de las que el narcotráfico y el crimen se aprovechan ante sus necesidades. Entonces surge la corrupción, la implantación de puestos laborales dentro de organizaciones, derecho de piso… o el robo de combustible mediante tomas clandestinas, el cual pone en riesgo la vida misma. Huachicolero (2019) de Edgar Nito representa esta realidad.

Huachicolero plasma la vida de Lalo, un adolescente que al querer conquistar a Ana, una chica de su telesecundaria, ingresa al negocio ilícito del huachicoleo (robo de combustible). En este negocio, participan jóvenes y adultos de todas las edades en todos lo niveles de «distribución». Todo sucede a su alrededor sin ser realmente consciente de las consecuencias que podrían traerle a él y su madre el ingresar en este negocio.

Edgar Nito presentó dentro del Festival Mórbido su ópera prima que recibió varios reconocimientos en distintas partes del mundo. Uno de estos lugares fue el Festival de Cine de Tribeca, donde fue nominado como Best international narrative feature y otra nominación en el Oldenburg Film Festival, en Alemania, dentro de la misma categoría. ¿La razón? La presentación de un México que se encuentra metafórica y también literalmente en las llamas de un inminente colapso social.

Sus personajes se encuentran dentro de un contexto donde la corrupción ha permeado las escuelas, el trabajo, la sociedad y también la familia. El personaje de Lalo, el adolescente inexperto, es una metáfora de la «inocencia» e incapacidad de un país por darse cuenta de su propia destrucción con su propia participación. Lalo no sabe en qué se ha metido cuando ingresa en el negocio del huachicoleo, pues simplemente va cada día por unos centavos más a la toma clandestina al llenar unos bidones y después revenderlos. Todo esta realidad social que se plasma se crea por medio de una historia donde su protagonista está creciendo, enamorándose y aprendiendo a vivir, dentro de un ambiente aparentemente tranquilo, aunque, paradójicamente, al mismo tiempo violento y agreste.

La realidad de México, inmersa en un constante colapso desde hace más de 80 años, además de hundida bajo un poder corrupto y destructivo, se perpetra en la incursión de un espiral en el que el final será su propia pobreza, ligada al gobierno y a la necedad de no solucionar viejos problemas en materia de educación y empleo.

Esta realidad no es utilizada para satisfacer la mórbida curiosidad de todos los que quieren mirar una pornografía social sin sentido, con escenas sacadas de la imaginación y no de una realidad presente, Huchicolero obedece más a una efervescencia de intranquilidad social gracias a diversos factores, donde sólo el robo del combustible es una de las mil cabezas del monstruo en el que se ha convertido México con su estructura política y social. Al decapitar una de ellas, salen otras diez más grandes que la anterior.

Huachicolero es una película con un tema palpable, con personajes de carne y hueso, además de una actualidad apabullante. ¡Nunca una película mexicana se había sentido tan actual y terrorífica como ésta!