La ceiba descuelga su enormidad en ramas de porcelana rota || Poema de Tizzone Fonca

Los pajarillos cantan inadvertidamente altísimos
atropellan la noche en su ambición lopusca
El tecolote ulula todavía
lambiscando los cráneos de la eternidad
los cardenales —la mano se vuelve lepra al escribir esta palabra—
regurgitan su esplendor  purgando   casi   la marcha de sus alas
paladeando   casi    el sabor crema de la polio
como un augurio triste

una explosión errada

y un bostezo.

NOCTURNO DEL LUNÁTICO