«Blanca como la nieve»: la emancipación de la mujer

La historia de Blancanieves proviene del ingenio de los hermanos Grimm, que nacieron en 1785 y 1786, respectivamente. Es decir, la cinta de Disney es, más bien, una versión diferente del cuento de Jacob y Whilem Grimm. Esto mismo sucede en la película del Tour de cine francés Blanche comme neige (2019), o Blanca como la nieve, de Anne Fontaine, que no es una calca del cuento o de la representación de Disney, sino una nueva propuesta más realista, más elegante y más feminista de la historia del siglo XIX.

Claire (Lou de Laâge), una mujer de una belleza inigualable, trabaja con su madrastra y jefa Maud (Isabelle Huppert), como empleada del hotel que pertenecía a su padre fallecido. Llena de celos al darse cuenta de que su pareja, Bernard (Charles Berling), está enamorado de Claire, Maud orquesta el asesinato de su hijastra mediante un secuestro. Las cosas no salen según lo planeado, por lo que Claire aparece azarosamente en una casa en medio del bosque, rescatada por un hombre. La joven decide quedarse a vivir allí, conocer a la gente del pueblo cercano y experimentar sus propias emociones… aunque Maud esté dispuesta a arruinar su felicidad.

La cinta de Anne Fontaine tiene una curiosa estructura en su narrativa, pues pueden distinguirse tres planos que, paradójicamente, se unen con gran naturalidad dentro de la narrativa de la historia, debido a la constante presencia (física o implícita) de Claire. La joven representa, así como lo dice el título, la blancura que le permite mostrarse casi transparente ante todos, sin preocupaciones o sin prejuicios.

Claire (Lou de Laâge) y Maud (Isabelle Huppert)

El tema principal de la cintase centra en ello: la emancipación de la mujer. El entorno, en este sentido, resulta fundamental, ya que implica la salida de la ciudad «cada vez más inhabitable» (en palabras de algún personaje) hacia la experiencia de un medio natural en medio de las montañas. En esa naturalidad es donde Claire encuentra su estado más franco y transparente.

Los siete enanos de los hermanos Grimm aquí no carecen de estatura, sino que son hombres relacionados con Claire y que, además, poseen distintas personalidades que en ese caso sí se relacionan con los rasgos de los duendes. Vincent (Vincent Macaigne), los gemelos François y Pierre (Damien Bonnard), Sam (Jonathan Cohen), Guilbaud (Richard Fréchette), Charles (Benoît Poelvoorde) y Clement (Pablo Pauly), con sus propias ambiciones, visiones e intereses, son una representación de la sabiduría, la timidez, la ingenuidad y muchas otras características.

Vincent (Vincent Macaigne), François (Damien Bonnard), Sam (Jonathan Cohen), Guilbaud (Richard Fréchette), Charles (Benoît Poelvoorde), Clement (Pablo Pauly) y Bernard (Charles Berling)

Lo interesante es cómo Claire interactúa con todos, pues a partir de esas conexiones surgen sentimientos, reacciones e impulsos que giran alrededor de la atracción y la comunicación con la joven. Sin embargo, y a pesar de que existen declaraciones directas de lo que ella genera o provoca, a Claire no le interesa la parte sentimental (que históricamente ha sido legada y relacionada con el ámbito femenino), sino experimentar y vivir como ella desea.

La emancipación femenina se encarna en Claire al no ceñirse a los modelos patriarcales y machistas de la sexualidad o de las relaciones afectivas, aunque existan personajes que le reprochen la falta de compromiso o le insinúen su interés corporal. En este aspecto, Claire también es el blanco de deseo que al mismo tiempo refleja el contexto machista de objetivización de la mujer. No obstante, Claire por su carácter y por su constitución se sitúa siempre por encima de todo juicio, sin ataduras ni sujeciones sentimentales.

Claire (Lou de Laâge)

La presencia del deseo carnal y su complacencia se muestra durante toda la película con un erotismo más que declarado. Claire desea vivir su sexualidad sin ser juzgada y es por ello que el medio natural refleja sus propias ambiciones. Este erotismo se refleja elegantemente durante la película, en gran medida por la fotografía que está muy bien lograda. En ocasiones, los claroscuros de las escenas parecen finas pinturas que recuerdan a un pintor, cuyo nombre era Rembrandt.

Claire (Lou de Laâge)

Blanca como la nieve tiene una propuesta muy distinta a otras de las películas del Tour de este año. Quizá tal sea la principal valía de todas estas muestras de cine galo: la versatilidad de temas siempre abordados con una excelente calidad y una propuesta refrescante… hasta para la literatura de los hermanos Grimm.

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