Ser (y crear) es resistir: arte y orgullo LGBT+

La palabra orgullo posee, desde su raíz, una connotación que nada tiene que ver con el carácter arrogante al que también suele asociarse. Significa notable, insigne, excelente; de ahí que se relacione con un sentimiento de satisfacción, de amor propio y de autoestima. Celebrar el orgullo es entonces celebrarse a sí mismo, y este acto de autoafirmación es fundamental cuando se vive al margen de lo que las normas sociales dictan. Implica festejar en público lo que durante mucho tiempo tuvo que ser privado. Es, pues, un acto de resistencia.

Hacia finales de los 60 del siglo pasado, homosexuales, bisexuales, transexuales y travestis eran aún tratados como criminales y enfermos mentales. Condenados a vivir en la clandestinidad, convivían en lugares cerrados a la vista del grueso de la población. Fue en Stonewall, un bar neoyorquino de esta índole, en donde tuvieron lugar los hechos que desencadenarían la posterior conmemoración del día del orgullo.
El 28 de abril de 1969, una redada de rutina en que la policía verificaba la identificación de los clientes para atrapar a transexuales y travestis, así como a cualquier otro que presumiera una identidad de género que no se rigiera por la heterosexualidad, terminó en una serie de actos violentos por parte del cuerpo policiaco. Los días subsecuentes las calles se llenaron de personas que condenaban los sucesos, hartas de negarse a sí mismas, sumándose al clima beligerante de la época en favor de las causas sociales.

Enunciar y visibilizar las diversas, e igualmente valiosas, identidades de género ha sido parte de la lucha emprendida por los simpatizantes del movimiento LGBT+, en el que artistas de toda clase también han tomado parte. Desde sus inicios, éste ha contado con la participación de creadores cuyo trabajo ha enriquecido los discursos de la comunidad: su fundamentación teórica, los iconos que la representan, la sociabilización de sus mensajes.

En el caso de México, no podemos dejar de mencionar el trabajo de Julio Galán (1959-2006), cuya obra –con él mismo como personaje protagónico– juega con temáticas de identidad y género. Galán reta al espectador, alejándose de una noción binaria de la sexualidad.

Julio Galán. I’m Gonna Wash You with Soap. 1995.

El arte de Julio Galán se desenvuelve como en una perpetua ceremonia o un baile de disfraces. […] Aparece constantemente travestido, enmascarado, oculto entre borrones, afeites, inscripciones, hendiduras. En la propuesta artística de Julio Galán hallamos, como en pocas otras, esa permanente actitud de riesgo, esa posibilidad de jugarse el todo por la nada como una necesidad interior, la renuncia a plegar su visión a cualquier tipo de autoridad.

Sergio pitol

En Estados Unidos, destaca el trabajo de Keith Harring (1958-1990). La obra de este artista se caracterizó por un formato y una composición completamente originales: coloridos dibujos caricaturescos plasmados en el espacio público. Aunque sencilla en apariencia, la obra de Harring abordaba complejas problemáticas, entre las que evidenció el peligro del VIH y la promoción del sexo seguro.

Keith Harring. «Todos juntos podemos parar el sida”. Reproducción del original de Barcelona de 1989.

En el campo de la fotografía, nos persigue la figura de Nan Golding con sus agudas tomas de la vida bohemia neoyorquina de las décadas de los 70 y 80. Entre su vasta obra, la fotógrafa estadounidense dirigió su lente hacia grupos que habitaban las periferias, cuerpos y sexualidades negadas, excluidas. La heterosexualidad –y el sistema hegemónico que la sustenta, y que durante mucho tiempo fue concebida no sólo como normal, sino como el modelo a seguir– es entonces cuestionada.

En medio del estallido del punk y la emergencia de diversas manifestaciones contraculturales, las noches que habitaba Goldin rompían todas las líneas divisorias de la normalidad: mujer/hombre, privado/público, personal/político… todo se desdibuja en una cruda instantánea de Nan.

Natalia navia

Por otra parte, en 2014, artistas, ilustradores y marcas de todo el mundo generaron una serie de imágenes a favor de la libre elección y expresión del género y la sexualidad, luego de que en aquel año se celebraran los juegos Olímpicos de Invierno en Sochi, Rusia, país en el que los derechos de la comunidad LGBT+ aún son negados. Ante la incertidumbre en torno a la seguridad de los atletas asistentes que se declaraban abiertamente homosexuales, surgieron obras que promovían la tolerancia, la empatía y la libertad, retomando elementos visuales de la cultura rusa.

La categoría de ‘sexo’ es, desde el comienzo, normativa; es lo que Foucuault llamó un ‘ideal regulatorio.

Judith Butler
Judy Kaufmann.
Paul Blow.
Cinismo ilustrado.
Isabelle Cardinal.

Aquello que no es nombrado se presenta como poco digno de problematizar. El velo de la normalidad con el que la heterosexualidad se ha cubierto intenta ocultar su condición de construcción para presentarse de modo esencialista, como una realidad desde el principio de los tiempos. De este modo, se coloca en el lugar de lo no visible, lo no cuestionable, lo no modificable. Es ahí donde recae la importancia de visibilizar, enunciar, salir a las calles.

Recordar es también un acto de resistencia. Por su origen, significa “volver a pasar por el corazón”. Marchar, apropiarnos del espacio, traer al presente sucesos injustos del pasado –con la convicción de no permitir su repetición–, rememorar la vida y obra de estos personajes. Todas ellas son formas de resistir, de mostrar al mundo que no olvidamos que la libre elección del género y sus manifestaciones conforman una lucha vigente en la que cada persona deberá ser aceptada, visualizada y valorada como tal.

Sofía AmezcuaAutor: Sofía Amezcua Apasionada por la cultura y sus manifestaciones. Historiadora del arte en formación. Ser narrativo.​