«Burning»: la orfebre ambigüedad de Lee Chang Dong

Muy pocas veces hay autores cinematográficos que dejan pequeñas pistas de su trama más interesante. Algunos la dejan ver casi de inmediato. Otros, como es el caso de Lee Chang Dong, la van componiendo de manera muy secundaria. Tales son las huellas de Burning.

Jongsu es un chico normal, con problemas familiares y con frustraciones profesionales comunes. Un día se topa con Haemi, una chica que lo conoce desde niño, pero que él no recuerda. Ella le pide que cuide de Caldera, su gato, mientras realiza un viaje a África. Al regreso, Haemi no viene sola, sino acompañada de Ben, también un surcoreano que pronto revela un peculiar hobbie de quemar invernaderos.

LOS PERSONAJES

JONGSU

Un chico que de cierta manera queda huérfano, porque su madre lo abandona y su padre está en la cárcel por agredir a un policía. Cuando encuentra a Haemi, ve en ella mas que a una amiga: se convierte en el recipiente de toda su atención y ahora también, de toda su obsesión. En un principio, Lee Chang Dong dirige a este personaje a una desgracia segura con este amor desbordado por una persona que posiblemente sólo lo utiliza. Sin embargo, la historia nos tiene giros inesperados con dos más de sus personajes que afectan directamente la vida de Jongsu.

Haemi

Ella es una joven que aparece abruptamente en la vida de Jongsu. Misteriosa aunque encantadora, se va involucrando en cada parte de la vida de él. Su relación amistosa, casi de romance, cambia abruptamente desde que sale de viaje a África y regresa con un nuevo amigo que de apariencia parece confiable, hasta que confiesa uno de sus más profundos hobbies: quemar invernaderos abandonados.

Este entretenimiento tan excéntrico, delito en Corea del Sur, no le parece extraño a Haemi, quien tiene una inocencia un tanto absurda, pero si tomamos en cuenta que Jongsu y ella están unidos por el mismo lazo, la soledad, entendemos todo su contexto.

Ben

«Gente misteriosa. Jovenes y con dinero», tal es la frase con la que Jongsu describe al nuevo amigo de Haemi y, hasta ese momento nada es tan turbio como el darte cuenta que este nuevo amigo quiere robarle la atención de Haemi a Jongsu. Pero al adentrarnos en la historia vemos que este oscuro joven mantiene un secreto más allá de sólo quemar graneros. Jongsu descubre en su baño, resultado de husmear en las tantas visitas a su lujoso departamento, que Ben tiene un cajón exclusivo donde guarda cosméticos y accesorios de mujer.

Ben, un joven millonario visita un día la granja de Jongsu. No sólo le gusta, también le agrada para revelar su más excéntrico secreto a una drogada Haemi y a un desconfiado Jongsu, que también le hace saber que está enamorado de Haemi.

Hay que tener cuidado con este personaje porque hay una delgado trazo que lo dibuja a oscuras y en silencio para dar uno de los giros más interesantes y sutiles que he visto en años en la historia del cine.

La historia

La historia visiblemente sigue a Ben, el único personaje que no es ambiguo a primera vista; sin embargo, las dos subtramas que se van desmarañando en el guion van desatando en Jongsu una serie de sentimientos y sospechas que no lo dejan tranquilo.

La maestría con la que Lee Chang Dong va descubriendo a uno de sus terceros en el relato es algo más que simple casualidad. Sin dejar de poner atención a Jongsu, divide la historia en tres partes para seguir las tramas subsecuentes: la de Haemi que se puede leer por medio de Jongsu y de su fascinación tardía por ella; además de la del mismo Ben, que se dibuja oscuramente tras las sospechas de el personaje principal.

El director toma tiempo en tejer de manera lenta un mosaico lineal de historias donde la ambigüedad tiene una fortaleza terrible, y también que funciona por lo discreta  pero al mismo tiempo potente anécdota que provoca una fuerte curiosidad que despierta al espectador. Esta atención es a veces distraída por sucesos paralelos que pasan en la vida de Jongsu, que también vive internamente una historia de amor fugaz e inexistente con Haemi.

Al mismo tiempo como en una realidad paralela mental, el director logra construir una historia en tu cabeza, pero que por el tono, también ambiguo, no logras estar seguro si es parte de tus suposiciones o bien, con toda la intención te son claves para descubrir la resolución de sus personajes o mejor dicho, la intención de algunos de ellos.

La ambigüedad como elemento narrativo

Esta herramienta puede resultar a favor o en contra de la historia, pero con el ritmo, el manejo y los personajes escritos por el mismo Haruki Murakami en Quemar graneros, en este caso cada factor juega a favor de una historia que va a paso lento. Lo que atrapa al espectador es la intriga que ya fue sembrada por medio de sus personajes, un trío donde al único que conoces realmente es a Jongsu, porque la historia se tomó casi una hora, describiendo su rutina, su obsesión, su soledad y también su amor en secreto por la extrovertida Haemi. Es por medio del personaje principal que puede verse cómo se dibujan los otros dos; por medio de sus sospechas, sus desconfianzas y su amor de Jongsu pueden notarse las metáforas que la historia plantea de manera magistral.

Conclusiones

Lee Chang Dong parece adaptar en esencia los personajes del libro de Haruki Murakami, su paralelismo y ambigüedad. Mientras esto sucede, también comienzas a armar a los personajes en tu cabeza y, coincidencia o no, algunas suposiciones comienzan a ser verdad ante un guión que parecía no iba a ningún lado más allá de la historia de amor entre Haemi y Jongsu. Giros inesperados e inteligentes en todos los personajes. ¡Magistral!

Una advertencia que supongo es pertinente hacer: la película dura casi dos horas y media, como dije párrafos arriba, se toma su tiempo para prenderte fuego porque el keroseno tú ya te lo echaste encima.

Luis TorizAutor: Luis Toriz ¿Qué es mejor, ser respetado o temido? ¿Sería mucho pedir ser ambos? Diría Tony Stark. Colaboro para el flamante Tour de Cine Francés y estoy orgulloso de estar aquí. Nunca les diré no la vayan a ver, sería atentar con su propio criterio
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