«Un asunto de familia»: orfandad, otredad y elección

«A veces es mejor escoger a la familia.»

Los Globos de Oro son la antesala de los premios Oscar. No es desconocido que la película japonesa Un asunto de familia (2018) ha sido una grata revelación a partir de su amplio reconocimiento en dichos galardones. Ganó además la Palma de oro y compite por el Oscar a mejor película extranjera. El filme de Hirokazu Koreeda es, en definitiva, una pieza entrañable, conmovedora, sensible y fluctuante entre lo «bueno» y lo «malo» de las categorías éticas. La película se estrena en México el día de hoy, 14 de febrero.

¿La familia se escoge o se recibe? Es decir, ¿ser madre implica sólo dar luz a una criatura o algo más allá de eso? Las preguntas rondan constantemente los diálogos de un guión fluido, profundo en ocasiones, sencillo en lo necesario. Dejará pensando a más de uno, pues las cuestiones planteadas en la narrativa apelan al espectador desde dos ángulos: el primero se relaciona con las normas «universales»; el segundo, con un grado de humanidad tremendo que rebasa la limitación de esas fronteras.

Existe una línea muy difusa entre las situaciones de los personajes y sus finalidades. Ya se menciona en un libro de Maquiavelo que «el fin justifica los medios»… sin embargo, en este caso, Un asunto de familia cuestiona dicha premisa desde la perspectiva de la justicia. Es condenable el robo, a pesar del trasfondo que exista en el acto. Tal es la situación inicial de la película, la cual los llevará por sendas que desembocarán en el nudo de la historia.

Paradójicamente, las relaciones entre Nobuyo, Osamu, Aki y los demás personajes terminan por no ser lo que parecen del todo. Osamu y su «hijo», luego de llevar a cabo un robo en el supermercado, se encuentran con Yuri, una niña maltratada que padece hambre. Deciden llevarla con ellos hasta su hogar, donde viven además Aki y su abuela. Desde el principio, puede notarse la humildad y las precarias condiciones de vivienda que todos sufren. Al final del día, seis personas bajo un mismo techo reducido implican ciertas restricciones… sin embargo, todos son felices.

A pesar de que la abuela es viuda, su nieta se exhibe para conseguir dinero, Nobuyo tiene un trabajo mísero del cual será despedida después, y Osama ni siquiera posee un ingreso, cada uno se siente feliz puesto que el dinero no es la encarnación de la felicidad −idea que, por cierto, se ha vendido mucho en otras películas…−. Chantaje, exhibición, hurto, malos salarios, son sólo algunas de las distintas aristas que exhibe la película sobre la supervivencia en la pobreza; no obstante, la compañía, sin juzgar ni criticar, sigue ahí y se debe a la familia. Una familia elegida.

El personaje de Yuri, la pequeña que «rescatan» es el signo perfecto del filme. Ella escoge a su familia. Representa la orfandad que se relaciona con los protagonistas. Éste no siempre es un abandono familiar o paternal, sino también en un plano más profundo: una orfandad humana. El sentirse desplazado es el vínculo que une a todos los miembros de su familia. Cada uno posee un secreto, conocido o desconocido, que terminará por ser descubierto por cada persona que vea la película.

Cuestión de familia es, a mi parecer, un cuestionamiento a la tajante tarea de juzgar a la otredad; otredad que, por cierto, está bien definida por los personajes pobres, carentes de oportunidades y sin dinero en un entorno en el cual resulta fundamental para subsistir. No es gratuito que haya sido seleccionada por Japón para contender por el Oscar.

Desde un punto de vista más narrativo, la historia transcurre con un ritmo semilento que, sin embargo, no cae en el aburrimiento. La primera mitad de la película sirve para tener un contacto sumamente humano con los personajes y sus historias; asimismo, los define a partir de sus actos. El desencadenamiento del problema acelera la historia, lo cual explora posibilidades desconocidas para los espectadores y terminarán por sacudirlo, pues es en ese punto donde se ponen a prueba los lazos emocionales, físicos y presenciales entre todos los protagonistas.

Un asunto de familia no cuenta la historia de un personaje. Todos actúan en conjunto para cohesionar la trama y dar sentido al título. Mediante una historia entrañable, personajes bien definidos y una muestra de los sectores sociales desfavorecidos económicamente, la película bien ha merecido sus laureles. Cualquiera que decida acudir a ver el filme, saldrá de la sala tocado por una historia conmovedora.

Joshua Córdova RamírezAutor: Joshua Córdova Ramírez ​Escritor y estudiante de Letras Hispánicas en la FFyL de la UNAM. Director editorial de Primera Página. Ha colaborado en distintos medios electrónicos e impresos. Ganador del concurso interpreparatoriano de Poesía.​
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