Masacre en Teques: regresa el «slasher» noventero mexicano

En 1962, La chica que sabía demasiado fue la primera película del género giallo que dirigió Mario Bava. Después fue Darío Argento quien con Suspiria inmortalizaría el género. A finales de los años sesenta, un director americano llamado John Carpenter tropicalizó el género creado por Bava y por tanto nació el slasher de una manera más formalizada (aunque Psicosis de Alfred Hitchcock sea considerada la primera de todas).

Luego surgió una serie de películas como The Texas chainsaw massacre (1974) y Friday the 13th (1980). En México, mientras trato, teníamos una cinematografía muy pobre con películas como: El vampiro teporocho, Lola la trailera, Fiebre de amor y Coqueta. Pocas películas se rescatan como: Veneno para las hadas, Mariana, Mariana, Santa Sangre y Cementerio del terror.

Es esta última película de Rubén Galindo que da apertura al slasher mexicano en 1985 y representa nuestra respuesta nacional al género que nació en E.U. El emblemático Hugo Stiglitz es el Dr. Carven (¿Wes Craven?), quien luchará contra una diabólica entidad que trata de terminar con un grupo de adolescentes que invocaron al demonio por medio de un libro estilo necronomicón. Las referencias a La noche de los muertos vivientes y Evil dead son casi obligadas. El slasher ya había tomado una relevancia importante y México no se podía quedar atrás.

En 1990, Pedro Galindo III en la dirección y Santiago Galindo en el guion nos regalaron Trampa mortal, con Pedro Fernández, Edith González y Charlie Valentino. La idea de un asesino veterano de la guerra de Vietnam, con una máscara y un guante de garras afiladas, era la respuesta mexicana a Jason Vorhes y Fredy Krueger. ¿El resultado? Una película que hasta el día de hoy es recordada con cariño junto a Más negro que la noche (que bien podría no ser parte del slasher por su alta calidad en la historia y su arte).

Todas las películas mencionadas quedaron en los anales de la historia del cine de terror mexicano como referencias y respuestas a un estilo cinematográfico que marcó una importante época, cuando los adolescentes abarrotaban las salas de cine para buscar películas más entretenidas que sólo dramas políticos y familiares, o comedias absurdas con dinosaurios de la actuación como Pedro Weber «Chatanuga».

Desde hace unos años se ha estado filmando una película llamada Masacre en Teques de Rodrigo Hernández-Cruz. Una película que no pretende inaugurar la nueva época de Oro del Cine Mexicano. Su objetivo más bien es traer de vuelta al plano cinematográfico nacional un estilo que lleva fuera casi treinta años: el slasher mexicano.

Masacre en Teques cuenta la historia de un grupo de estudiantes de cine que realizarán su ópera prima. Sin guión, con un reparto estelar y una locación de miedo, la filmación se vuelve una pesadilla cuando el equipo es atacado por un asesino enmascarado y que comienza a matar a cada uno de los miembros de la producción hasta que un oscuro secreto sale a relucir.

¿Es absurda? -¡Sí! ¿Es clasificación C? -¡Sí! ¿Es sangrienta? -También.

La película tiene todo para ser una película de culto en el género. Sangre, sexo y un asesino de jóvenes. Aunque como dije anteriormente, no viene a ser parte fundamental del nuevo cine mexicano, a imponer un estilo único, o a contarnos una historia nueva, sí sale de los lugares comunes que últimamente hemos tenido en el cine nacional. Una película serie B que bien se le puede dar su lugar al lado de las joyas que mencioné en el inicio del texto, y que probablemente pueda iniciar un despertar para este tipo de películas, además de incentivar a que más productores y directores vean un nicho sin aprovechar.

México es el país que más consume terror en Latinoamérica y también en el mundo… pero no es producto nuestro, sino americano. Considero firmemente que el género que con el que dialoga Masacre en Teques es un terreno fértil en el que los directores mexicanos deberían tomar un riesgo para hacer algo diferente y salir un poco del oasis que representan las comedias románticas que, hasta el día de hoy, son el recurso más fácil para poder captar la atención de los mexicanos: una historia sencilla, actores de telenovelas atractivos, un conflicto medianamemte enredado y un final feliz.

La película aún tardará un poco en salir ya que está en proceso de post-producción (yo la vi en un estado de work in progress*), pero aun así pude disfrutarla. Asimismo, si bien no aterrarme, algo de su historia me enganchó y me dio la oportunidad de ver algo diferente, rústico que tiene alma y vida propia, porque masacres y slashers puede haber muchos, pero Masacre en Teques, neta que sólo una.

*El estado work in progress se le da a las películas que están en un proceso de acabado, es decir, en un segundo o tercer corte. Le faltan algunos efectos de sonidos, arreglos en la imagen o bien, efectos especiales.