La ilusión nacional y la esperanza de un pueblo (II)

El significado de la palabra «ilusión» tiene varias connotaciones: 1. Imagen sugerida por los sentidos que carece de verdadera realidad. 2. Esperanza que carece de fundamento en la realidad. 3. Entusiasmo, alegría.

Después de una serie de fracasos muy desesperanzadores de la selección mexicana y su desclasificación para asistir a competir en el mundial de España 82, un joven futbolista comenzaba a destacar en el equipo de Pumas: Hugo Sánchez, apodado «el niño de oro». Sus hazañas más importantes se dieron en Europa al jugar para el Real Madrid. El joven goleador se encargo de mantener viva la famosa «chilena», creada por el futbolista David Arellano, registrada y patentada después como «la huguiña». Esta nueva esperanza comenzaba a dar aliento al fútbol mexicano.

México 1986. El país azteca había sido elegido como organizador para el mundial del año 86. Miguel de la Madrid estaba sentado en la silla presidencial y la emoción por el deporte del balonpié estaba en el aire. México respiraba una nueva esperanza en su deporte favorito que, después de la devoción religiosa otorgada al Papa Juan Pablo II que recién había visitado el país, se vivía de manera apasionada y entre estas dos devociones llenaban los estadios.

Sin embargo la naturaleza le dio una sorpresa al pueblo mexicano. El 19 de septiembre de 1985, un terremoto sacudió la Ciudad de México y derrumba el fervor de una nación. El presidente De la Madrid se ve en aprietos para la organización del mundial y en secreto se atrevió a pedir ayuda internacional para reconstruir la ciudad, hecho que él mismo niega haber cometido. El mundial protagonizado por México estaba siendo utilizado una vez más como una oportunidad de propaganda política del partido en turno. Tanto en el año de 1968 y ahora en 1986, los eventos deportivos más importantes y mediáticos del mundo eran una forma de lavado de culpas por corrupción, genocidio y manipulación de medios por medio de la censura de información social, política y financiera.

En ambas celebraciones deportivas se escondía basura debajo de la alfombra. En el mundial de 1970 en México ya habían pasado dos años de la matanza de centenares de estudiantes en la «Plaza de las tres culturas»de Tlatelolco. El gobierno había ocultado las cifras reales de los estudiantes asesinados por ellos mismos, de cientos, los números proporcionados a la sociedad internacional bajaron a 30 muertos y el asesinato masivo fue reducido por los gobernantes a un insignificante enfrentamiento estudiantil. Para el segundo mundial que el país azteca organizaba en 1986 era una segunda oportunidad, pero una vez más fue politizado y utilizado para manipular por debajo del agua y pedir ayuda otros países.

La religión con la visita de Juan Pablo II y la pasión futbolística con los dos mundiales en México, sirvieron como medio para mantener a un pueblo callado y sumiso, pero más que nada ciego a actividades y decisiones políticas que humillaban y empobrecían a nuestro país.

El equipo de Argentina con su número 10, Diego Armando Maradona gana el mundial de 1986. México se había quedado descalificado ya varios partidos atrás, con deudas por pagar y una autoestima que reconstruir dentro de casa.

Un tema de falsificación de documentos entre los jugadores de la selección mexicana obligados por el gobierno, mancha el deporte mexicano en el año de 1988 bajo el mando de Carlos Salinas de Gortari y quedan fuera del siguiente mundial. Al gobierno en ese momento decide crear un programa social que haga balance por el desánimo de estar fuera de la celebración futbolística y nace «Solidadaridad«, campaña que engañó y distrajo al pueblo del desfalco que años después cometería el presidente.

E.E.U.U 1994. México por primera vez en su historia llega a octavos de final y en primer lugar de su grupo. En un partido decisivo en penaltis, el entrenador del equipo nacional decide no meter a su jugador estrella al campo Hugo Sánchez, ¿el resultado? México pierde y queda desclasificado y no logra pasar a la siguiente ronda.

Francia 1998. México tiene ahora a Cuauhtémoc Blanco y al «Matador» Luis Hernández. y Jorge Campos brilla en el partido contra Alemania, sin embargo, a pesar de la anotación de El Matador los germanos vencen al tricolor, de nueva cuenta nos quedamos en el «ya merito».

¿Por qué jugamos como nunca y perdemos como siempre?

Todo influye, la política, la sociedad, la mediatización del fútbol y la corrupción. Pero todos los equipos del mundo tienen los mismo problemas. En pocas palabras no hay una respuesta muy clara.

De pronto un equipo más joven, la «Sub 17» bajo el entrenamiento de Chucho Ramírez, gana el mundial en esta división juvenil de la FIFA. Dos Santos, Vela y Guzmán brillan, y la selección mexicana de la sub 17 lleva a México a ganar su primer mundial en Perú en el año 2005.

México vive una ola de violencia por una guerra declarada del presidente Felipe Calderón al narcotrafico, México se vuelve el país más sangriento y violento del mundo.

En el año 2011, México es anfitrión de la copa del mundo de fútbol en la división de la «Sub 17» y reafirma su superioridad y se convirtió en bicampeon de esta división.

Londres 2012. Se integra la actividad futbolística como deportivo olímpico y la selección nacional gana el oro en esta actividad en un partido contra E.E.U.U.

Rusia 2018. En un ambiente electoral y con vientos de cambio, la selección nacional enfrentó a un mítico adversario, el equipo alemán, el actual campeón del mundo. Las expectativas son pocas en un equipo nacional que en sus últimos partidos amistosos demostró una inferioridad ante sus adversarios, a pesar de esto «El tri» fue contundente, efectivo, emocionante y anotó un gol a los germanos sin dejar tampoco que estos dieran vuelta al marcador en los 90 minutos de partido.

El ambiente político es incierto, la sociedad mexicana está expectante y está agarrada de las esperanzas hacia un equipo que inyecta nuevamente de energía, que los hace olvidar las diferencias políticas, los peligros financieros y la violencia de su tierra. La selección nacional de fútbol es un instrumento a veces político y siempre un símbolo de unidad social, un arma de dos filos que la política mexicana ha sabido dominar a favor de ella como medio de manipulación de su pueblo para el olvido colectivo de acciones ilícitas, masacres y desfalcos, así como cortinas para disfrazar y desviar la mirada hacia otro lado.

Pero seguiremos teniendo esperanza de ser un pueblo mejor, un equipo mejor, mejor gobernado y mejor entrenado, sólo falta despertar socialmente y ser un pueblo que no se deje manipular, para así ser libres del yugo de nuestros gobernantes. Ese será nuestro verdadero triunfo.