La entrega || Cuento por Tomás Emilio Sánchez Valdés

A Paula

Se acerca el enamorado a ella, la amante. Pone frente con frente y siente la humedad salina que desprende de la boca. La amante recibe el calor de su cuerpo en medio de la oscuridad. El cuerpo de él arde y late; su frente la quema como si estuviera enfermo. Las manos se deslizan entre el torso y el brazo de ella; y lento, como si dejara su mejor firma en un papel, el enamorado apoya sus labios en la abierta boca de la amante. Pasa los dedos tomando su sudor, se aparta y la mira llevándoselos a la boca.

Él acerca ahora su mano a su propio pecho y hunde los dedos entre la carne para sacarse el corazón que queda unido por las arterias al cuerpo. Las gotas de sangre suenan al caer cubriendo el suelo.

La amante lo mira desde abajo. Le lleva unos cinco centímetros. Abre su boca manchada de azul y la acerca al corazón. De a poco extiende la lengua y la posa en el órgano latente y rojo. Luego con los labios lo besa olfateando la sangre que no deja de fluir. Va abriendo la boca más en cada beso y lo rodea todo, hasta que al enamorado le duele el pasar de los tejidos por los dientes y el órgano queda atrapado en su boca, entre los caninos punzantes y presionado contra las muelas. Él cierra los ojos, mientras ella los abre más y lo mira. El corazón no deja de latir y se expande en su boca llenándola de la vida roja que ella apenas puede llegar a tragar sin ahogarse. Él abre los ojos y la observa, acerca los labios a sus ojos, la besa en la cien para que los vaya cerrando y así besarla en los párpados también. Él toma un suspiro de aire calentado por el cuerpo de ella que le obstruye los labios para que ella engulla el corazón, tragándolo como una serpiente. La amante se toma el cuello porque duele y él aprieta los puños porque cada vez late más oprimido en el cuerpo de ella al bajar.

Chupando las arterias que se hacen cada vez más delgadas, el corazón llega al estómago y puede volver a latir, sintiendo la quemazón de su anfitriona. El enamorado suspira otra vez.

De la boca de ella quedan colgados los hilos que le dan la vida, entrelazados en su boca que él mira y ya apenas se distinguen las manchas azules de sus labios ahora cubiertos de sangre. Se aparte con la mano las arterias a un costado.

–Ya no podrás cerrar la boca– dice.

La amante de a poco junta los labios tratando de juntar los dientes con ellos y sus dientes asedian las arterias lastimándolas, pero sin llegar a cortarlas.

–Mentira– ella contesta, liberando la sangre para que fluya otra vez.

Se acerca el enamorado a ella, la amante. Pone frente con frente y siente la humedad salina que ella desprende de la boca.

Ahora posa su tersa mano entre los senos de la amante. Siente los latidos y hunde la mano entre la carne del pecho y rodea el corazón con su mano. Ella con la mirada al suelo sube las manos y le saca el brazo de allí. Se queda sosteniéndole las dedos pintados de rojo. Ella levanta ambos talones una y otra vez sin mirarlo, salpicando la sangre de ambos que ya es todo el suelo que pisan. Gira sobre el pie derecho y se lleva las manos a la cara dándole la espalda.

Él le besa el pelo, pasa ambos brazos sobre los hombros y reposa la nariz en el cuello. Empapados por el color, eran una mancha carmesí en medio de la nada.

Él ve cómo las manos de su amada bajan pasando por los pechos para sacar ella misma su corazón. Qué al darse vuelta lo extiende con el brazo sobre la cabeza de él y abre la boca diciendo:

–Aaaaa…

Él abre la boca grande y ella lo hace bajar. Entra por la boca y lo traga sin saborear. Se escapa de ambos una lágrima. Mueve las arterias al costado de la boca y la mira.

Ambos se sonríen y se van de la mano. Él hace un chiste para incomodarla porque se ve linda enojada, ella se golpea a sí misma en el estómago y él hace un quejido de dolor. Luego lo besa y le dice que lo ama.

***

Tomás Emilio Sánchez Valdés (Buenos Aires, Argentina 1999) es prosista, poeta y estudiante de química. Formó parte del Taller Literario del Centro Cultural del Barrio Cardenal Santiago Copello desde marzo del 2016 al 2018. Ganador del premio IndustriaFicción con Clock, se define como lector de Franz Kafka, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, Jack London y Roberto Arlt. Ha publicado cuentos y relatos en revistas argentinas como Extrañas Noches, Escrituras Copello, Habitantes y Sábado, en México en Littengeineer; actualmente es colaborador en las españolas Siembra y La Voz Libre del Carrión.

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