Ceremonia 18. ¿Suficientemente bueno para lo que estás pagando?

Festival Ceremonia

Por Arturo Meléndez

Fotos por Sofía Manzano


¿México necesitaba una nueva edición de Ceremonia? No, no, no. La verdadera pregunta es: ¿Ceremonia estaba listo para volver a México? Después de una atropellada edición de 2017 en la que la caída de un escenario provocada por un ventarrón obligó al festival a ser pospuesto un día y a perder muchos asistentes, Ceremonia se atrevió a regresar el sábado 7 de abril de 2018 al Centro Dinámico Pegaso en Toluca, Estado de México, para redimirse con los fanáticos que lo han seguido fielmente por seis años.

El festival Ceremonia 2018 creó una expectativa inmensa sobre los artistas que compondrían su cartel. “¿Y ahora no se les va a caer el escenario?”, comentaban algunos usuarios en las imágenes promocionales que comenzaron a circular en su página de Facebook desde diciembre de 2017. Radiohead, The Chemical Brothers, Beach House, Flume y M.I.A. —que canceló su participación el año pasado por el espantoso accidente— figuraban entre las predicciones de los fanáticos. Los boletos Early Bird (manera gringa de decir “a ciegas”, sin conocer quién tocará) fueron agotados el mismo día de su lanzamiento.

Un mes después, el tan esperado cartel fue revelado. Éste se conformó por treinta y un artistas de talla internacional, y fue encabezado por Beck, Soulwax, Rae Sremmurd, St. Vincent, y Caribou. Beck, sí, el de Loser, ¿no? ¿Soulwax? ¿Aún existe Soulwax? ¿St. Vincent? ¡Nada nuevo! ¿Cuco? ¿Broke Kids? ¿Mint Field? ¡¿Perreo Pesado?! Sí, este cartel lucía un tanto como el amigo raro de Corona Capital, ese que no es tan popular en el colegio pero aún así es exitoso con las chicas. No por eso el line up era calificable como “malo”. Al contrario, fue la cuna de doce horas de fiesta, baile y muchos colores.

Ceremonia 2018 abrió sus puertas a la una de la tarde. Desde ese momento hasta la noche, no dejó de recibir a un público que terminó con cerca de diez mil asistentes. El espacio aparentaba ser una animada feria con sus carpas picudas, sus dos juegos mecánicos —una rueda de la fortuna y unas sillas voladoras— y su muro para escalar. Mesas techadas, puffs, sillas reclinadas, inflables y luces se extendían a lo largo y ancho del Pegaso.

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El escenario Ceremonia, revestido de brillante papel morado, era el más cercano a la entrada. Aproximadamente trescientos metros hacia el norte, se encontraba el escenario Corona. En medio de los dos, pero alejado por una distancia similar hacia la derecha, se ubicaba la carpa Camp Roswell.

En el centro del triángulo figuraba un domo completamente cerrado con capacidad para trescientas personas. Este pequeño recinto, conocido como Domo Traición, respondió a un intento de integrar en Ceremonia a Traición, la famosa fiesta LGBT que se ha celebrado en diversos antros de la Ciudad de México. Con esta propuesta, el festival ya no sólo daba a conocer artistas, sino también conceptos.

Baile, baile, psicodelia… y mucho trap

A las tres y cuarto de la tarde, las guitarras cargadas de flanger y las melodías con influencia post-rock y shoegaze comenzaron a sonar en el escenario Corona. Mint Field, el dueto tijuanense formado por Amor Amezcua y Estrella Sánchez —más un bajista, procedente de la banda de rock independiente Jóvenes Adultos— fueron los responsables de inaugurar los actos del festival.

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Media hora más tarde, Wet Baes estrenó el escenario Ceremonia. El vaporwave de Andrés Jaime trascendió las computadoras y las tornamesas para ser interpretado por nueve músicos, entre los que se incluyeron dos violinistas y un chelista. Un espejo vertical largo se colocó en medio del escenario, quizás aludiendo al monolito de la magnus opus de Stanley Kubrick, 2001: Odisea en el espacio. Aproximadamente cuatrocientas personas recibieron al músico veinteañero, que paulatinamente se ha ganado un lugar destacado en la escena independiente mexicana.

El trap y el RnB no tardaron en convertirse en los protagonistas de Ceremonia. A las cuatro de la tarde, la cantante mexicana Girl Ultra, acostumbrada a los festivales por su reciente aparición en las ediciones de 2017 de NRMAL y Hellow Fest, encendió el escenario Corona con su estilo definido como nu-RnB. Mientras tanto, el público de la Carpa Camp Roswell recibía con emoción al hip-hop del tijuanense FNTXY.

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Broke Kids, la agrupación de trap comandada por el querido Jesse Baez sorprendió a los asistentes del escenario Corona con bajos potentes y una batería acústica, completamente disonante con las percusiones electrónicas habituales en el género. En el escenario Ceremonia, el peruano A. Chal mostraba por primera vez su música RnB al público mexicano.

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Fueron Pimp Flaco y Kinder Malo los que representaron el clímax de este boom del trap en Ceremonia. El dueto de Barcelona, España, dominó el Corona con una gran variedad de estilos. El ritmo suave y romántico de Me da igual contrastó con el dembow reggaetonero de Sí o no. Los ritmos dance se presentaron en Laberinto de amor, que antecedió al clásico Porfi, mejor conocida por su curiosa letra: “Por favor, dame amor, dame pollo con arroz”.

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“Es la primera vez que toco ante un público tan grande”, afirmó un tanto nervioso Omar Banos, mejor conocido como Cuco. El acto del músico de dieciocho años, que figuraba como uno de los más prometedores y esperados del festival no decepcionó a cerca de seiscientas personas que puntuales a las cinco de la tarde lo recibieron en el escenario Ceremonia. La mezcla extravagante de indie rock en inglés —similar a Chicano Batman y The Drums— y hip-hop en español fue recibida con coros, brincos y manos en el aire. La propuesta del músico mitad mexicano mitad californiano provocó éxtasis a pesar de su reciente emergencia.

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“Entremos a una meditación del cuerpo. Vamos a olvidarnos del trabajo, de la academia, de la política… y llevemos a cabo el ritual más antiguo del mundo humano: el baile”. Estas fueron las palabras con las que Li Saumet, vocalista de Bomba Estéreo, invitó a la apasionada danza que durante una hora desde las siete de la tarde ocurrió en el escenario Ceremonia. Después de esta introducción mística, la agrupación colombiana demostró por qué más de diez años de carrera los colocan como uno de los grupos de música tropical electrónica más respetados en México. Caribbean Power, Química, Soy yo y To my love fueron recibidas con emoción. Cumbia psicodélica provocó el estallido de un vigoroso baile del público.

Similar exaltación, aunque con muy diferente estilo, ocurría al mismo tiempo en el escenario Corona durante la presentación de Mura Masa. Alex Crossan —tal es el nombre real del productor francés— parecía tímido, aprisionado entre un fuerte de percusiones acústicas y eléctricas (y una computadora, desde luego). No obstante, encendió al público con su estilo que oscilaba entre la música dance y el RnB. La cantante FLISS se encargó de las vocales. La serenidad de Alex contrastaba con los intrépidos bailes —booty bounce incluido— de la mujer. Sin embargo, la química entre ellos fue innegable, lo que se reflejó en un público que no paraba de brincar con Messy Love, What if I go? y el éxito Love$ick.

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Continuará…

Arturo MeléndezAutor: Arturo Meléndez Arturo Meléndez. En búsqueda de las seiscientas sesenta y seis canciones del soundtrack de mi vida. Ávido fanático del consumo cultural y otras vicisitudes capitalistas. Medio cinéfilo y bibliófilo y medio. También escucho harsh noise… y hasta lo que no se ha inventado.