Brevísimo manual del melómano aficionado (III)

En esta suerte de apéndice, epílogo, lista de consejos, decálogo sobrepoblado, usted podrá encontrar algunas consideraciones finales acerca de lo que subyace a un melómano, más allá de rituales y esquemas, formas y complejos.

Al final, esto no se trata más que de escuchar música en compañía de un variado conjunto de expresiones faciales que van del júbilo a la rabia, de la melancolía a la resignación. Su esencia sólo se forma por varios cientos de recomendaciones desinteresadas y por una interminable lista de música pendiente. Es el lugar en donde una persona, en la más exquisita intimidad, busca un refugio en donde recrear su silencio, en donde todo se reduce a un par de ojos que se cierran para privarse de ciertas imágenes y explorar otras, muchas veces más hondas y profundas.

Por ello:

  • Nunca asista a un concierto sólo por lo que sus amigos y familiares puedan pensar de usted.
  • Nunca deje de asistir a un concierto sólo por lo que sus amigos y familiares puedan pensar de usted.
  • Comparta su música favorita, porque no hay amor más grande que regalar música a sus amigos.
  • De vez en cuando quítele a la música su función de acompañamiento y experimente la acción de sólo escuchar música.
  • En cuestiones apreciativas sólo importan los gustos: comente sus opiniones y aprenda de las ajenas. 
  • En cuestiones críticas sólo importan los fundamentos: si hace críticas, sustente lo que dice y aprenda de las ajenas.
  • Existe música para cada momento, disfrute la variedad y no le pida peras al olmo.
  • Nunca califique sin haber escuchado antes. No juzgue un libro por su portada ni por lo que la gente piense de ella.
  • En música no existen “gustos culposos” ni “aficionados de closet”. Sólo disfrútelo.
  • La forma más sencilla de romper las barreras del gusto musical es decidirse a presionar el botón de “activar la reproducción aleatoria”.
  • Olvide todo prejuicio y escuche un poco de “esa música” con atención. Podría llevarse una grata sorpresa.
  • La música, como todo lenguaje, refleja una realidad del mundo. Cuestiónela.
  • Pruebe música nueva. Su nueva canción favorita lo espera a la vuelta de la esquina.
  • Si alguien le recomienda escuchar algo, hágalo. Esa persona pensaba en usted al escucharlo. Y lo mismo hará usted.
  • Cantar o tararear mientras se camina en vía pública no es un acto de demencia o de lesa humanidad, sino todo lo contrario.
  • Si esa música le incita a bailar, baile.
  • Si esa música le motiva a cantar, cante.
  • Si esa música le orilla a llorar, llore.
  • Si esa música no le provoca nada, no es música.

Y por último:

  • Siempre permítase escuchar. Escuchar atentamente.
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