La vida, acumulación de cicatrices

 

Por Nancy Hernández García

 

Un dolor distinto cada día,

el corazón del hombre náufrago

en su propia sangre.

Nadia Contreras

 

 

 

Dolor, injusticia, angustia, palabras ancladas en nuestro vocabulario cotidiano. Pareciera que nada nos conmueve, nos hemos vuelto indiferentes… ¿Todo está perdido? ¿Naufragamos en nuestra propia sangre? Si todo está perdido, si no hay nada, sin remedio, ¿qué nos queda? La escritura, la palabra, la poesía. Ante el vértigo del vacío nos queda la poesía.

            El oficio de poeta requiere que se viva la vida con intensidad y que se exploren todas las sensaciones, cada momento, cada situación debe sentirse profundamente para luego externarla, compartirla con el otro; no obstante, este es el menos egoísta de los oficios pues, la experiencia vital del otro también alimenta el fuego de la poesía. Así,  Quedará el vacío, de la poeta Nadia Contreras (Quesería, Colima, 1976), resulta un compendio de momentos amargos pero sin llegar  ̶ ni siquiera toca ̶  al patetismo, los poemas de este libro apelan a la humanidad del lector.

            Dividido en seis fragmentos más una introducción y un final, Quedará el vacío muestra el lado oscuro de la luna. La voz lírica no se quiebra en ningún momento, ni ante la desgarradora impotencia de ver cómo el padre poco a poco se interna entre las sombras del glaucoma. La de Nadia Contreras es una voz fuerte. Los poemas de la primera parte hablan del dolor, la angustia y el miedo de los migrantes; de su tortuosa travesía sobre el lomo de La Bestia, en la que posiblemente dejen partes del cuerpo si el cansancio los vence. Para salir al encuentro de ese futuro prometedor es necesario una anestesia general: “No debes dormir, no debes comer, no debes recordar.

No obstante, este dolor no sólo es suyo, de los que se van, también de nosotros que los vemos pasar; nos volvemos testigos de la fatiga que les causa esta lucha diaria. Aquí se enlazan el primero y segundo fragmentos: el dolor físico y el anímico forman una misma unidad. Si vamos un paso adelante, podemos considerar estos fragmentos como una especie de metáfora de la vida misma: un viaje, un tránsito que a veces también nos angustia.

En la tercera parte, que significaría el centro, el asunto a tratar es la poesía, el poema. La poeta recurre a las etimologías para, desde ahí, dar su respuesta a la eterna pregunta ¿qué es poesía?:

[Poesía]

  1. (Del griego ποίησις ‘acción, creación; adopción; fabricación; composición, poesía; poema’ < ποιέω ‘hacer, fabricar; engendrar, dar a luz; obtener; causar; crear’).
  2. La rotación, el espiral, el centro de la circunferencia.
  3. Musicalidad de las cosas que discurre a ondas para recrear con la palabra imágenes visuales. Firmamento.

[El poema]

  1. Entidad vital mucho más organizada que un ser orgánico en la naturaleza.
  2. El sol: florece los vocablos.

Concibe a la poesía como centro del Universo, pues es tan radiante como el propio sol.

            En la cuarta parte hace una escala en el desamor, pero no se lamenta nada. También es parte de la vida. Y avanza. Poco antes del final pone el dedo en la llaga: lentamente el padre (de Nadia) se acerca a una especie de limbo entre la oscuridad y la luz, el glaucoma, proceso degenerativo no sólo para los ojos del directamente afectado, sino también para la hija que nada puede hacer al respecto:

Mi padre, inmerso en la sombra.

                                              Sombra-cárcel,

                                               sombra-fosa.

¿Cómo poner en sus ojos

el color

de los cielos

manchados?

La mirada, padre,

y la quietud secreta

rompiendo los velos.

Del sentimiento de impotencia pasa al amor, la esperanza del amor.

            Hacia el final el hilo conductor del libro vuelve al principio, el dolor. Y el dolor es también origen: la poeta propone la poesía como catarsis para aliviar la vida, cree  ̶ y convence al lector a lo largo de este poemario ̶  del poder de la palabra escrita, pues aunque “la vida es acumulación de cicatrices” aún nos queda el poema como salvación, “El poema para sanar / y levantarse.”

Acerca de la autora de la reseña: Nancy Hernández García (Cuautla, Morelos, 1990). Lic. en Letras Hispánicas por la UNAM, actualmente estudiante de la Maestría en Letras (Letras Mexicanas) en la misma universidad. Ha colaborado en las revistas electrónicas Bitácora de Vuelos y en Amarcafé.

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