Análisis de Breaking Bad I: la visión estadounidense de Latinoamérica (segunda parte)

En la primera parte de este análisis, resalté la configuración de los personajes en Breaking Bad como estereotipo del hombre latinoamericano. Por ejemplo, resulta aún más evidente la muestra del mexicano en un ambiente de subordinación al dinero, a la drogadicción o a los asesinatos. Son precisamente estos personajes antagonistas de la bondad o de la justicia, quienes poseen un carácter más influyente y agresivo sobre el estereotipo ya formulado, lógicamente desde la perspectiva estadounidense.

El primer gran narcotraficante de la serie es «Tuco» Salamanca, exconvicto mexicano que controla la distribución de metanfetamina en Nuevo México. Como lo mencioné en la primera entrega de este análisis, México refiere no sólo a un sitio geográfico, sino que alude a una visión más agresiva del país: el imperio de narcotráfico por excelencia. «Tuco» Salamanca es presentado como un personaje volatil, impulsivo y cambiante. Estas características, con conjunto con su violencia, fundamentan las locuras que realiza en la serie, lo cual desencadena algunos de los hechos que comienzan a transformar a Walter White en un «cocinero» y traficante reconocido de metanfetamina.

Luego de distintas peripecias, en el segundo episodio de la segunda temporada, «Tuco» planea huir de Estados Unidos y llevarse a Walt y a Jesse Pinkman -exalumno y socio de Walt-. Después de hablar con ellos, «Tuco» muestra nuevamente la visión de ilegalidad e injusticia que se vive día a día en México. El breve parlamento de «Tuco» expresa entre líneas la victoria del narco sobre la legalidad mexicana, una relación directa -en términos de la realidad, fuera de la serie- con la guerra contra el narcotráfico que surgió desde 2006 en el periodo presidencial de Felipe Calderón Hinojosa:

«-Desaparecemos en la jungla. […] Allí no nos molestará nadie porque tengo a mi gente. Contactos.

Relacionar a México con la palabra «jungla» implica la noción de naturaleza contra civilización. La naturaleza es aquello que aún resulta indomable para el hombre, para lo civilizado, y de alguna manera se mantiene al margen de él; mientras que la civilización expresa un vínculo estrecho entre el desarrollo y la modernización. La naturaleza es, además, tierra de nadie en la cual el más fuerte sobrevive. México, para Breaking Bad, refleja una idea de barbarie, de condición instintiva alejada de la razón. Por ello es la «jungla» en la que perviven los animales más fuertes, así que el escape del ajusticiamiento reside en huir a México.

Los personajes relacionados con «Tuco» Salamanca tienen un origen latinoamericano, por ejemplo sus primos Marco y Leonel o su tío Héctor Salamanca, hombre sin escrúpulos que nos lleva a la siguiente figura vital para la serie: Gustavo Fring. Este hombre, dueño de la cadena de comida «Los pollos hermanos», es de nacionalidad chilena. Su papel es fundamental para el desarrollo de la serie, además de que integra características de misteriosas, enigmáticas y brinda mayor tensión (más adelanta analizaré con más detenimiento a este personaje). Fring era amigo de un hombre llamado Max (también chileno), quien es asesinado por Héctor Salamanca. Lo interesante de Max, es que revela su formación académica: «Licenciado en Bioquímica e Ingeniería química por parte de la Universidad de Chile». Esta breve característica puede juzgar la situación económica de Chile y de Latinoamérica, ya que es difícil explicar cómo un ingeniero químico termina involucrado en una red de narcotráfico en Estados Unidos. Más aún, resulta ofensivo la mención de la Universidad de Chile. Lógicamente, dentro de la ficción y el desarrollo existe un margen de distancia con relación a la realidad, sin embargo ya analizamos la forma en la que estas premisas generan un inconsciente colectivo sobre Latinoamérica.

De esta manera, la serie construye una representación en la que el hombre latinoamericano depende de los Estados Unidos, o bien necesita llegar a ella como refugio de las dificultades económicas. Esta premisa resume la sentencia de Trump que, en su caso, dirigió principalmente a México durante su campaña presidencial:

«Cuando México envía a su gente no está enviando lo mejor. […] Están enviando a la gente que tienen muchos problemas, y que van a traer esos problemas con nosotros. Están trayendo drogas. Están trayendo crimen. Ellos son violadores. Y algunos, supongo, son buenas personas, pero hablo a guardias fronterizos y nos dicen lo que estamos obteniendo. No nos están enviando a las personas adecuadas. Están llegando de todas partes del Sur y de América Latina.»

La violencia en la frontera también se retrata en la serie; de hecho, el personaje que más sufre lo sucedido en aquel sitio retratado en Breaking Bad, es nuevamente Hank. Él no está acostumbrado a ver esa clase de violencia, a pesar de ser oficial de la DEA. En el episodio diez de la segunda temporada, Hank observa cómo una tortuga tiene sobre su caparazón la cabeza de un hombre -un soplón con nuevamente origen latino- con un mensaje pintado con sangre. Luego la cabeza explota, pues tenía un detonante.

Esta violencia desmedida se debe a que la frontera marca la línea entre la jungla y la civilización.  Por ello Jesse Pinkman tiene que ir a cocinar metanfetamina hasta México, pues es ahí donde residen los grandes cárteles que, a pesar de tener gran potencia económica, son muy inferiores a los estadounidenses, pues hasta para lo malo E.U. es superior.

Sin embargo, no todos los vínculos con el estereotipo se nutren del narcotráfico o de la violencia. En el inicio del episodio siete de la segunda temporada, aparece una canción -lo que hoy llamamos narcocorrido- de «Los cuates de Sinaloa» titulada «Negro y Azul», la cual retrata la mafia y adula el trabajo de Heinseberg (Walter White). Indudablemente, esta caracterización refiere a que hasta en las costumbres populares -tal como la música- aún se alaba la ilegalidad. El narcotráfico entonces se vuelve un símbolo de atención y regocijo del pueblo (en este caso del mexicano) que indica la condición de incivilidad -o de naturaleza violenta- que contrasta con la postura de justicia que refleja Hank y todo el equipo de la DEA.

Gustavo Fring, un chileno que, según él, recayó en Estados Unidos luego de dificultades por la dictadura de Pinochet,  nuevamente encarna la figura de poder y control del narcotráfico. No es casualidad, después de todo lo analizado, que sea de un origen latino; no obstante, Fring es una figura mucho más labrada y cauta. «Gus» contrasta con la mayoría de los personajes de origen latino que poseen más peso dentro la serie, pues tiene la capacidad de manejar un alter ego muy marcado desde su primera aparición. Su destreza es un sello característico, además de la elegancia en su persona. Cabe señalar que tuvo consonancia con otro personaje -al parecer mexicano- de nombre Eladio. «Don» Eladio era el jefe de Héctor Salamanca, por lo que su poderío se marca a partir de esta jerarquía que deja entreabierta la pregunta: ¿Don Eladio era «peor» que Héctor Salamanca? La respuesta, evidentemente, es un juego en el que sólo se muestra la violencia y la maldad de Salamanca, por lo que podemos imaginar que Don Eladio era aún peor.

Puedo indagar más acerca de las menciones, por ejemplo, de los narcos de Michoacán, de los Zetas, de Laredo o de la escena de Huell (un guardaespaldas) en la que descubre y se recuesta sobre millones de dólares: «México, eso es todo lo que digo», menciona el personaje; pero me parece que la creación del estereotipo ya ha quedado mejor delimitada. Breaking Bad inyecta estos juicios en todos los televidentes, quienes sólo disfrutan de las aventuras de Heinseberg y Pinkman para no ser descubiertos.

En conclusión, sería mejor preguntarnos cada vez que juzguemos a un «negro», a un latinoamericano, a un musulmán, a cualquier otra persona, o a un país: «¿esta idea con la que caracterizo es realmente mía o es un referente implantado por distintos medios de entretenimiento y de comunicación?» La respuesta, entonces, consideraría diferentes elementos -como los que he tratado en estos dos artículos- y seguramente podría ocasionar una reflexión al respecto.

Joshua Córdova RamírezAutor: Joshua Córdova Ramírez Escritor y estudiante de Letras Hispánicas en la FFyL de la UNAM. Ganador del concurso interpreparatoriano de Poesía. Sus textos han aparecido en revistas como Cruz Diez, Palabrerías y la antología del nonagésimo aniversario de la Secundaria Diurna No. 4. Actualmente, es colaborador y community manager de Primera Página.
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