Poesía colombiana: muestra poética de Wilson Guillermo Díaz

Presentamos el día de hoy una serie de poemas del poeta colombiano Wilson Guillermo Díaz, pertenecientes al libro Las heridas del ruido, con su respectiva memoria sonora. Ilustración por Cecilia Saucedo.

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LAS HERIDAS DEL RUIDO

 

Hemos abandonado a nuestras novias

en un festín de perros degollados.

 

Enrique Gómez-Correa

La noche ensangrentada

duerme entre mis viejas manos.

Sus estrellas mutiladas

clavan en mi cuerpo

los ruidos fragmentados

Desdibujados en las muros del olvido.

Ruidosas vienen las heridas al festín de los cuchillos tuertos.

Las bisagras de las puertas copulan ruidos arrugados,

amputados girando en la tiniebla.

Degollados yacen los sueños de los perros.

Degolladas corren las ansias del sexo.

Nuestras novias caminan de la mano

entre las cenizas polvorientas de la vía.

Las heridas del ruido

engendran las tristezas de los vidrios quemados.

Degollado camina este poema

sufriendo los ruidos heridos

de los perros.

RÉQUIEM

In memoriam Lêdo Ivo

I

Desde el océano, mis dedos lluviosos lloran.

Huyen entre la arena al convertirse en cenizas.

Otro ser de uña encarna el dolor del poema

los labios de las sílabas desembarcan hacia la otra orilla.

El viejo vidrio de mi tristeza se agita.

II

Ladran a lo lejos los arrecifes moribundos,

al escuchar la noticia que lanzan las piedras

ellas dicen que las nubes han muerto de un infarto.

La gaviota de las palabras, naufraga entre los desastres

en la oscuridad.

III

El azul difunto del océano pasea sobre sus hombros,

otro amanecer viene nadando desde lejos

trae la sonrisa avinagrada, los versos desde su lecho

del poeta que falleció con la hermosura de las lagartijas sagradas de Maceió.

 IV

El luto de mis pies se enreda

con las huellas trazadas del viento.

La tristeza del océano se hunde en el cielo,

los cantos del murciélago al soltarse de las amarras

son heridas viajeras hacia el piélago del dolor,

cuando dejan de ser cenizas.


 

LA LUNA ABRE LA HABITACIÓN PERDIDA

 

Yo mismo me convierto en este oscuro incógnito.

Georges Bataille

Un cuerno

negro

cuelga de su frente.

Arrastra pedazos de pestañas

que se encuentran entre los ojetes

de sus zapatos

rojos.

La luna pisa un grito tembloroso

de agujas oxidadas

lanzadas hacia lo incógnito.

Las piernas enmudecen

al sentir el hielo

en la oscuridad.

El tiempo se  turba

entre sus uñas sin luna.

Espera ciega un rostro

afilado, joven

cuando soy luna.


 

ARTERIA ARTIFICIAL

A Henry Miller y Brenda Venus

 

Siempre enamorado. 

Luis Cernuda de Tiziano

Ella es una belleza del Sur.

Piel roja instalada en dieciséis horas

su rostro pierde la quietud en las fotografías

es la actriz dramática, atrevida, oscura.

En los escenarios su único ojo

baila con malvivientes que gritan su llegada.

Ella es arteria artificial apasionada y solitaria

de versos besos escondidos, detrás de las medrosas

tarimas de la seducción.

Ella es la biógrafa de tu semen

Miller

iluminado en la nevisca sexual del otoño.


 

CARL SANDBURG EN LA VENTANA

 

El humo de la calle trae en los dientes

pólvora de tus ojos errantes.

Caminas sobre un cable extendido desde Galesburg hasta tropezar con el ruido

agrietado de mi ventana.

Esquivas al conductor de leche, al ayudante en la barbería y a la terca

máquina prometiendo tiquetes sin regreso a los trigales.

El cuello de la camisa marcha tiznado entre las honduras de tu niñez.

Pistoleros, trompetistas entre la libertad de los lagartos, van pintados de calor en tu pecho.

El tiempo emigra.

Y las limaduras de tu viaje bailan con las heridas afiladas de mi raza.

Sombras desterradas se hospedan como cuervos inseparables en mi ventana


 

LOS CUATRO COSTADOS

A Norman Paba Zarante y María Consuelo Gracia

Esta cama de pobre es

el lugar de nuestro amor

Leopoldo Pinzón

Observo la moneda de cobre muerta sobre la mesa.

Avisa la ruina de los días.

Las palabras arrastran los anuncios

y solo el cuadro de la entrada

muestra,  su risa apolillada.

Dos cuerpos desnudos,

el tuyo, el mío, calcinan la rutina.

Las cuatro piernas cansadas de vivir

tragan la sórdida sombra y escupen la sopa de sus propios fantasmas.

Hacemos de nuestros órganos cuatro costados de la excitación,

Inflamándonos y huyendo hacia el centro de la cama, para amarnos humedecidos,

olvidados de pobreza, hasta que el agua seca del grifo se convierta en arena.

Las bocas vomitan dentro de nosotros

los meses que se oscurecen entre los dedos

bebemos sus pequeños infiernos después de besar la zozobra.

Odiamos las horas en que pasamos enfermos

porque los gritos sucios de la calle nos laceran.

La moneda regresa al cementerio

y abrazados descubrimos los colmillos huérfanos

clavados en las heridas del otro

en la noche deshabitada, entregada al silencio.

CONTRALUZ

Las hojas desnudan el ruido azulino

la inquieta piedra cae al golpearse

contra la voz amarilla del escarabajo.

Otra mirada tacha el verde del viento

abrumado por el humo rojizo de la tierra

la piedra gira y se calienta hasta envejecer

una sombra remendada de vino se precipita en

neblina trazando un camino de plumas en

el cielo

las flores cantan entre los grillos y una mancha

de relámpago zumba en el centro de la fétida

pared

que se desploma

a pedazos.


 

LAS TINIEBLAS DE AVANTCARGA

 

Sobre la cuerda no haré más el tonto.

Raúl Hernández Novás

Canta enfebrecido

El disparo

funámbulo en el cráneo de Raúl

aledaño al tímido ruiseñor.

Pronto la ávida sangre

alumbrara las noches.

de su boca saldrá el rugido de las

palabras

el frío tintineara la nostalgia de las

calles

rebeldes en brumosas mañanas.

Cantan conmovidas las alas del ruiseñor

en su pecho, saltarín de trapecios

burlándose de la vida

a espalda de las tinieblas de avantcarga.


 

CORTINAS PUNTILLADAS

Sin ninguna esperanza

la carnaza se anida

en la herida del ruido.

El ojo sucio sin aturdirse persigue

las patas de moscas atrapadas

en las cortinas.

La sombra decapitada del pájaro

rasga el infotunio de luz.

Ella, parpadea detrás  de sus vísceras.

Clavados los blancos

huecos de la ventana

contemplan al ángel

masturbándose con sus alas arruinadas.


 

EL HELLHOLE DEL PACÍFICO

 

EL PUERTO DE LOS DESESPERADOS

 

Si vives en las colinas, eres alguien,

Si vives en la parte sur o en el lugar llano

Eres una basura.

Leland Kobain

Refugiado en el tráiler de mi abuelo.

Me inyecto la risa de las colinas.

La lluvia nace entre los rieles desheredados

próximos a desaparecer del óxido intruso

cobrador del tiempo.

Aberdeen cada diez segundos es el desierto

de los desesperados, del progreso tardío

que graba en un vinilo los gritos sumergidos

en la avenida.

las prostitutas ondean los sueños

entre las lámparas vírgenes del Motel.

Besan las copas invertidas

al desplomarse el sol gris del puerto.

La cuerda desconocida de la guitarra

pierde el brillo del sonido, se azota

con la angustia de los días vagabundos

en los autos, en el tráiler de mi abuelo.

en la escopeta despidiéndose del futuro

amordazado entre los rostros flaqueados.

 Sobre el autor:  Wilson Guillermo Díaz Rodríguez. (Bogotá, 1978) Cursa Estudios Literarios en la Universidad  Autónoma de Colombia. Ha sido promotor de literatura infantil y juvenil en espacios no convencionales desde el año 2006. Ha desarrollado talleres de lectura para niños y jóvenes. Algunos de sus poemas han sido publicados en la Fundación y Editorial DomingoAtrasado. Obtuvo el segundo premio en la categoría de ciencias humanas por su ensayo Ojos erectos, presentado en el Vigésimo Sexto Concurso Estudiantil “Fernando González” en el 2011 y el segundo premio en la categoría de ciencias humanas por su ensayo La apocalíptica Yoknapatawpha County, en tres relatos del escritor William Faulkner, presentado en el Trigésimo Concurso Estudiantil “Fernando González” en el 2014. Su poema Locomotora- Film fue seleccionado en el segundo semestre del 2013 en la revista cartagenera Cabeza de Gato. Ha sido uno de los ganadores en el primer Slam de Poesía en el Ring realizado por el colectivo Las Desobedientes en febrero del 2015. Participó en las VIII Jornadas Universitarias de poesía ciudad de Bogotá “Nuevas voces para la poesía Iberoamericana” en septiembre de 2016. Su libro de poesía Las Heridas del Ruido fue publicado por la Editorial y Librería La Valija de Fuego en diciembre del  2015.

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