La Medea | cuento de Martín García López

Ilustración por Tania Delgado

 

Al rato vuelvo mi amor, voy con los compas a partirle la madre un wey. Y es que el pinche carnal del Héctor le bajó la morra a mi camarada y vamos a levantar a todo su barrio.

Francisco López Ibarra

 

Primer escueta

Coro -Medea no inicia con un grito de desesperación. Está lastimada, como cualquier ser traicionado, pero no empieza con un grito de desesperación y un arranque de furia, porque en esta Medea no existirá venganza hacia Jasón.

Corifeo femenino- El Jasón, por su parte, podría pasar como un buchón o un mirrey, y su gente, los argonautas, podrían ser unos juniors narcos que buscan el vellocino de oro en cada esnifada. Mesas de cristal con Helena bailando un sexy dance en tacones y besando a Afrodita, mientras los argonautas se masturban frente al vellocino de oro.

Corifeo masculino- Este Jasón trae cadena de oro y camisa Hollister abierta, lentes de sol y un kilo de gel que relame su cabellera. Aun así, es guerrero, vivir tanto pa´ patrón te pide ser guerrero. Este Jasón no se encomienda a Zeus sino a Malverde.

Segunda escueta

Coro- El Jasón le pidió ayuda a Medea, con eso de que tenía que conseguir el vellocino de oro, quitárselo al cartel del dragón, con eso de que necesitaba a la diler que en esta historia es una culichi que sabe diluir muy bien el crack y que envenenó a su hermano porque este le cantó un tiro al Jasón. Así fue como traicionó a su cartel y a la familia Erizalde. Se fue con los Grijalvas porque el Jasón le dijo que le pondría casa, chichis nuevas y la tendría como una reina.

Corifeo femenino – Abortar no es difícil, dice google. Medea ya ha pasado horas buscando tutoriales de como matar a un hijo. Aplicó los antiguos ritos: el té de ruda y de aguacate, luego la de los malandros, con ganchos que se introducían en su vulva y ahora, frente al doctor, busca los billetes que le dio el Jasón como despedida.

Corifeo masculino- Si ya sabía la Medea que así era el Jasón, ya le habían dicho. Ese bato no respeta. Ese bato no quiere a nadie. Ese bato nomás anda ahí viendo que flor pica. Pero la Medea andaba enamorada, enculada y no hay nada peor que una culichi enculada, porque los oídos se le cierran. Igual, cuando le llegó el canto de que el Jasón andaba viendo a otra, a Creúsa, la Medea no se la creyó, porque a su hombre le han inventado cosas, porque ella sabe que el Jasón es diferente. Nomás no, dice ella, nomás digo, ese bato me debe las riquezas, porque la gente pesada del norte, lo fue a buscar hasta que oyeron las leyendas de la Medea, la Walter White del cartel Grijalva.

Corifeo femenino- Medea se enteró bien cuando una de las gatas le dijo: niña, ahí disculpe la intromisión pero el señor Jasón la anda buscando. Y ella lo sabía, las mujeres saben esas cosas cuando besan los cuellos de sus hombres y estos huelen a Nina Ricci. La criada, la que le había cuidado la casa después de que el Jasón se la pusiera, le dijo, me ha dicho el Brayan que el señor Jasón le pide que deje la casa. Y la Medea, alterada, rompió todo lo que se encontró, como si cada foto o espejo fuera el rostro del Jasón. Claro, los rumores eran ciertos, la cambiaba por la Creúsa, así, sin más, porque la Medea ya andaba vieja, o eso pensaba ella. Aunque ya barrigón, el Jasón quería morra quinceañera.

Corifeo masculino- El Jasón si quería a la Medea, verdad que la quería. Lo que sucede es que la Creúsa tenía varo y la Medea lo había perdido todo cuando dejó a los Erizalde, así sin más. El Jasón necesitaba extender el territorio, por eso la hija de Creonte, era lo indicado. Si se juntaban, si sacaban niños, el territorio crecía, el producto se vendía más. El Jasón hasta pensó: le pondré un depa en Los Ángeles a la Medea y cada que caiga pallá la toparé pa´ darle sus besotes. Y de veras que eso creía el Jasón. Casado con Creúsa, pero amante de la Medea, porque nunca la dejaría de querer.

Tercera escueta

Coro- La Medea no es plato de segunda mesa, si cuando el Jasón le dijo sus planes ella lo mordió en el brazo y le dio cachetadas, le jaló el pelo y le pateó los huevos. Él se quedó quieto, porque sabía que sí la había cagado. Quería a la Medea y la Medea estaba lastimada y no de un lugar que pudiera curar. No soy tu puta, soy tu mujer, soy tu esposa. Le dijo la Medea. Jasón sólo le pidió que se fuera de la casa, porque ella ya no era la dueña.

Corifeo femenino- Tampoco podemos decir que esta Medea mató a sus hijos, porque, ¿qué tan vivo está un feto? un pequeño pedazo de carne que duerme en el vientre de una mujer desconsolada. Igual, si el Jasón hubiera sabido ¿qué habría hecho? Habría llevado al niño a un colegio de paga, le habría pasado unos dólares de vez en mes y luego qué, el chiquillo de Medea y el chiquillo de Creúsa, se pelearían por el territorio, ni que esto fuera cuento bíblico para matar a un hermano.

Corifeo masculino- Jasón pistea una Victoria de que no se merece. Creúsa, le besa el cuello y le pasa las manos por el pecho, le quita la cadena de oro que le regaló Medea, le promete yacer en su cama y él dice, aguante mija, nomás está y la alcanzo. Es la noche de bodas y tiene que estrenar a la novia. El Jasón le da un trago a su cerveza y se mete coca. Escucha a la gata. Señor, ¿está bien? Jasón ni contesta. Señor no ande mal, igual verá a la señora Medea cuando nazca el niño.

Cuarta escueta

Coro masculino- Matar a un hijo es tan fácil, que no debería haber un manual, pero si lo hubiera, diría más o menos lo siguiente: llámese Medea, vaya a una clínica clandestina, abra las piernas, respiré, vea como una tripa succiona un pedazo de carne, más pequeño que el puño. Y  mientras el feto se licua, piense en su amado, en la traición de su amado y piense a dónde irá ahora que lo ha perdido todo, porque no tiene casa ni familia, sólo enojo.

Coro femenino- Salvar a un hijo no es fácil, en primera, debes saber que lo tienes. En segunda, debes llegar a tiempo. En tercera, no debes llamarte Jasón.

Escueta final

El Jasón- ¿Por qué lo mataste si era mío?

La Medea- Que tuyo iba a ser si ni lo quería, ni vivo estaba, ni muerto está. No tenía más que unas semanas.

El Jasón-Pero era mío, mi niño, ¿por qué Medea?, ¿por qué?

La Medea- A ver cabrón, si tú no te hubieras ido con la piruja esa, ahora tendrías un hijo.

El Jasón- ¿Iba a ser machito?

La Medea- Iba a ser maricón como su padre, ya bájale de huevos, ¿cuántos hijos no tienes regados, Jasón?

El Jasón- No es lo mismo, Medea, este era mío y tuyo.

La Medea- Es lo mismo, ni era tuyo ni mío, no era de nadie, vete a hacer uno con tu perrita esa.

El Jasón- Pero Medea, era mi hijo.

La Medea- Y repítetelo todos los días, a ver si con eso lo revives.

Corifeo- Muchas cosas Zeus del Olimpo gobierna; lo que cumplan los dioses no se puede prever. Lo esperado no deja que llegue a su fin, consiguen que sea real lo imposible. Así en esta historia ocurrió.

Acerca del autor: Martín García López (Querétaro, 1992) Estudiante de  la Licenciatura en Letras Hispánicas de la Universidad de Guadalajara. Dos veces finalista del concurso Luvina joven. Ha publicado en las revistas La cigarra, Radiador Magazine, Monolito. Miembro del consejo editorial de las revistas HIMEN y Homúnculo. Escribe sobre cine para los medios Radio Formula Jalisco, Revista Clarimonda y El Faro Cultural. Forma parte de las antologías Brevis y cortus, Mis primeros dientes y Nebulosa de Alegorías.

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