Cinco ideas problemáticas sobre redes sociales

El año de 1990 fue un momento crucial para el funcionamiento del internet tal como lo conocemos ahora, pues surgió la World Wide Web (www), un subsistema de internet que tiene como función principal brindar una interfaz donde los usuarios puedan hacer uso de la información que fluye en línea. Veintiséis años después del surgimiento de la www, la web se encuentra en su cuarta etapa de desarrollo, denominada web “social” o de “experiencia”, en la cual se han desarrollado empresas como Twitter, Facebook, Instagram, Snapchat (por mencionar algunas de las más populares), que permiten a sus usuarios comunicarse entre sí y compartir diferentes tipos de información entre ellos con rapidez y simultaneidad. Luego la proliferación de dispositivos conectados a internet, es cierto que el uso de la web social ha llegado a ocupar un espacio de reflexión, ocio y placer bastante concurrido. Una persona conectada a alguna red social tiene la tendencia de depositar ahí parte de sus intereses, recuerdos, datos personales o vivencias cotidianas que parte por parte la unifican –la subjetivan- frente a una comunidad virtual (esto es crearse un perfil de usuario). El manejo, hasta cierto punto excesivo, de la tecnología vinculada a la web está conduciendo a pensar que la vida social humana se está modificando o al menos experimentando de una forma distinta.

A continuación se enlistan cinco ideas comunes acerca del funcionamiento de estos medios, que no pocas veces son enunciados como verdad pero que, como se verá, suelen mostrar una perspectiva algo reducida sobre su funcionamiento y sus alcances.

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1. Las redes sociales sólo se tratan de uno mismo, por lo tanto fomentan el egoísmo y el narcisismo

No precisamente. Las redes sociales implican una dinámica intersubjetiva, esto es un compartir con “otro” el significado de una vivencia, incluso aunque nuestras perspectivas difieran. Postear en tu red social busca, la mayoría de las veces, una sintonía entre tú y otras personas. Si se trata de estar en contacto, necesariamente he de dejar de pensar exclusivamente en mí, ¿cierto? Posteo y dejo que me sigas, que me comentes, que me hagas parte de tu realidad virtual porque quiero ser contigo (a veces sólo soy y me “adapto” para ti), saber e incluso sentir cómo reaccionas ante este que soy (te agrada, te disgusta, te encanta, te divierte, te entristece, o te es indiferente). Por lo tanto, una red social no se trata sólo de un yo, sino también de un tú y sobretodo del grado de cercanía entre el nosotros.

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2.Las redes sociales son caóticas

Puede ser que no. Puede ser que, como red de relaciones, las redes sociales sean una puesta en sentido, un intento de organización de la experiencia a través del lenguaje, una “forma de comprensión”. Diversidad no es caos. Finalmente, todos los usuarios nos atenemos a las herramientas específicas que nos brinda una plataforma (tipo de contenido permitido, número de caracteres, duración de nuestra publicación, determinada cantidad de filtros, etcétera) y éstas imponen un orden entre la multiplicidad.

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3. Es totalmente seguro compartir contenido íntimo o privado en mi cuenta de Facebook, Twitter, Instagram, etcétera

Sobre este punto, a estas alturas, ya deberíamos saber que no es así. Quizás se trate del “lado más oscuro” de la tecnología: la vigilancia, el poder ser visto sin saberlo. El contenido que compartimos en nuestras redes, siempre que nos implique directa o indirectamente como personas reales, nos pone vulnerables. ¿Qué tan cómodos nos sentimos o no con lo último que posteamos? ¿Estarías dispuesto a compartirlo con tus vecinos? ¿Y qué tal con los primos de tus vecinos? ¿Y con los primos de los primos de tus vecinos? Créeme, la cadena sigue. Incluso cuando crees tener control sobre lo que compartes, o te convences de que “¿a quién le puede importar lo que yo hago o dejo de hacer?”, la verdad es que no podemos estar seguros de en cuáles manos cae nuestra información ni para qué: nombre, edad, fotografías de rostro o cuerpo entero (sí, incluye nudes y strapless), ubicación, filiación política, listas de familiares, imágenes de tu casa, tu amada mascota, tu pareja, tu negocio, tus vacaciones, tus bienes materiales y todo lo que día a día millones de usuarios hacemos público. Ahora, si ya lo sabemos, ¿por qué lo seguimos haciendo? Regresa al número uno.

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4. Leer redes sociales no es leer Literatura

Discrepo. Si bien no en todas las cuentas de las redes sociales hay literatura, sí podemos afirmar que hay usuarios creando literaturas en sus redes sociales. No se trata tanto de las cuentas que “comparten” o “difunden” poemas, cuentos o minificciones en su muro sino de personas que se han propuesto escribir creativamente desde su red, con las herramientas que la plataforma misma les ha proporcionado. ¿Cómo saber si estamos frente a un escrito literario mientras deambulamos por los muros y los timeline? Arriesgándonos a leerlos desde su posibilidad estética, ampliando nuestro horizonte de expectativas y planteándonos, cuando estamos frente a un estado de Facebook, un tuit, una sucesión de símbolos o una combinación de palabras e imágenes, si ese texto nos produce un placer, una desautomatización del hecho escrito o si percibimos un tipo de ingenio, una rarificación en el modo de expresarse , un artificio; en suma: un modo distinto de usar el lenguaje, que al mismo tiempo exhibe su pertenencia a la plataforma virtual.

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5. Yo realmente no soy como me muestro en mi red social

Mentira. Tú eres ese que se exhibe en su red social, pero no solamente. Eres el de tu Facebook, el de tus estados de WhatsApp, el de tu Twitter, el de tu Instagram, el de Snapchat y muchos más. Prácticamente, podría decirse que eres muchos “Yo” y eso no sólo ocurre en las redes sociales, también en tu vida fuera de la virtualidad: te toca ser el amigo, el hijo, el hermano, el profesor, el comprador, el seductor, el indignado o el desconocido en el transporte público. Como seres de relación, las personas nos mostramos distintas dependiendo del contexto en el que estamos. En ese sentido, digamos que sí eres ese que publica cosas en su red y esas cosas sí representan al Yo que publica bajo tu propio nombre. Es necesario responsabilizarnos de quienes somos en nuestras redes sociales, porque la realidad virtual y la realidad cotidiana están conectadas y no pocas veces lo que hacemos o decimos en la primera tiene repercusiones en la segunda.

Bibliografía consultada:

Evans, Dave. (2011). Internet de las cosas. Cómo la próxima evolución de Internet lo cambia todo. En línea: <http://www.cisco.com/web/LA/soluciones/executive/assets/pdf/internet-of-things-iot-ibsg.pdf>, fecha de consulta: 19 de abril de 2016.

Constante Alberto, Ramón Chaverry, et al. (2015). World Wide Web y la formación de la subjetividad. México: Afínita.

Revista Primera PáginaAutor: Estéfany Villegas Estudié Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Actualmente me interesa la literatura mexicana, el cine, los estudios sobre la subjetividad y la persona, así como la dimensión estética de redes sociales como Facebook, Instagram y YouTube. www.facebook.com/alguienparecidoaunaestefany