Doce cuentos para adentrarse a la Ciencia Ficción

Existe un término (que gustaba a Isaac Asimov) para definir a esa ficción extraña que se movía más allá de los confines de la lógica sin escaparse por completo de la realidad: ficción especulativa. Hoy en día podemos, a partir de esta clasificación, hablar de literatura fantástica, de terror, policíaca, negra y, en especial, de ciencia ficción.

Hablar de ciencia ficción es, sí, hablar de naves espaciales, robots, viajes en el tiempo o androides, pero es hablar también de crítica social, de análisis sociológico, de historia, de astronomía, física y química, hablar de personajes ingenuos o extremadamente inteligentes, hablar de nociones futuras o inventos fantásticos.

Hablar de ciencia ficción es hablar de un mundo complejo en el que, si bien se relaciona con freaks y nerds, estereotipo generado a partir de Hollywood (díganle a China Mieville que es un nerd y prepárense para la más grande madriza de su vida), nos muestra un mundo ya no tan distante del nuestro. La ciencia ficción fue, es y seguirá siendo un género importantísimo para el desarrollo de la literatura, pues hoy vivimos en una realidad que parece sacada de este tipo de historias. Bien dijo Edgar Allan Poe en “Von Kempelen y su descubrimiento”: “[…] es evidente que la verdad puede ser más extraña que la ficción”. Y básteme decir que la ciencia ficción no es mero entretenimiento.

El relato es, además, dentro de la literatura (dicen), un modo de acercarse como lector a las grandes obras de los grandes autores. En mi opinión, considero que hay que leer, en caso de que los haya, los cuentos antes que las novelas. ¿Por qué? Porque en un relato el escritor no se puede dar el lujo de ser tan detallado, el relato exige brevedad y consistencia en pocas páginas. Si un autor sale bien parado de un cuento, es muy probable que lo haga al hacer una novela. Además, es opinión mía, en los cuentos se muestran las inquietudes de los autores, aquellas inquietudes o temáticas que a futuro permean las novelas largas y a partir de estos podemos enamorarnos (o no) de la forma y los temas del escritor.

Es por eso que en esta entrega mostramos doce cuentos (o doce autores) para acercarse a la literatura ciencia-ficcional y no morir en el intento:

El que espera” – Ray Bradbury

Ray Bradbury (1920-2012) es un autor diverso que cuenta, entre sus publicaciones, novela, relato, poesía, teatro y hasta ensayo. Incluirlo en esta lista fue un problema. Para adentrarse en la literatura de ciencia ficción podemos leer completo el libro Crónicas Marcianas (1950) (especial énfasis en “La tercera expedición” y “El picnic de un millón de años”), que son cuentos en apariencia sencillos y que nos hablan de una temática de viajes espaciales y extraterrestres. Pero es con este cuento, “El que espera”, en donde podemos ver a un Bradbury pesado, inmisericorde, que no teme al impacto. Este cuento genera pánico y tensión en dosis exactas.

Nos narra, desde la perspectiva de un personaje que desconocemos, el resultado de una expedición a Marte realizada por los terrícolas. Pero este viaje tiene consecuencias fatídicas. Un clásico y una de las mejores narraciones de Bradbury.

Trilogía: “La segunda variedad”, “El mundo de Jon” y “James P. Crow” – Philip K. Dick

Philip Kindred Dick (1928-1982), mejor conocido como Philip K. Dick es, sin dudarlo, uno de los mejores escritores que ha dado la literatura norteamericana. Sus cuentos y novelas trascienden el género de la ciencia ficción convencional para adentrarse en análisis sociológicos, en críticas a la modernidad y a la política fascista que crea sociedades totalitarias; hay también visiones premonitorias acerca del papel que asumirá la tecnología en nuestra sociedad. De igual manera nos ofrece un panorama, en ocasiones desalentador, de los estados alterados de conciencia y el uso de las drogas en las estructuras del Gobierno para mantener en vilo al mundo dominado. Hay en las obras de Dick una constante erosión de la psique humana, y después de leer sus obras el mundo no parecerá ser el mismo. Te lo prometo. Sin Dick no hay Matrix, Ghost in the Shell, Black Mirror ni muchas otras obras de ficción.

Entre sus más grandes obras se encuentran las novelas Fluyan mis lágrimas, dijo el policía (1974), ¿Sueñan los Androides con ovejas eléctricas? (1968), El hombre en el castillo (1962), VALIS (1981), UBIK (1969), entre otras. Escribió más de cien relatos, entre los que destacan “Recuerdos al por mayor”, “El fabricante de capuchas”, “Autor, Autor”, “El informe de la minoría” y “La fe de nuestros padres”.

Los tres relatos aquí escogidos (“La segunda variedad”, “El mundo de Jon” y “James P. Crow”), escritos en distintas épocas, no responden a una trilogía como tal planeada, sino que comparten temática y linealidad, y bien podrían ser leídos como cuentos separados. Sin embargo, estos tres relatos reúnen varios temas tópicos dickeanos: androides, viajes temporales, mundos paralelos, estados alterados de conciencia y sociedades totalitarias.

Las obras de Dick son, por fortuna, demasiadas, y uno puede sumergirse en su mundo una y otra vez. Pero, lo repito, el mundo no es el mismo después de leerlo.

“La máquina del sonido” – Roald Dahl

Roald Dahl (1916-1990) fue un prolífico escritor conocido, principalmente, por sus obras para niños. Cabe destacar Matilda (1988), Las brujas (1983), Charlie y la fábrica de chocolate (1964) o Jim y el durazno gigante (1961). Sin embargo, fue también un gran autor de cuentos fantásticos en los que se engloba la ciencia ficción con este pequeño relato: “La máquina del sonido”. A primera instancia, el relato tiene resabios de Bradbury, en donde pareciera no ser ciencia ficción del todo, pero al final nos queda un agradable sabor a incertidumbre en la boca: es un relato ciencia-ficcional leve, no muy pesado. Un relato que nos recuerda a los científicos locos de la tradición anglosajona como el Dr. Frankenstein.

“Los reyes de la arena” – George R. R. Martin

Antes de que el buen George R. R. Martin fuera amado (y odiado) por millones por ser el autor de la saga Canción de Hielo y fuego (que ha sido adaptada a la televisión bajo el nombre de Juego de tronos), antes de ser uno de los autores más vendidos del mundo, también fue un grandísimo autor de ciencia ficción, ganador del premio Nébula y el premio Hugo, dos de los más prestigiosos premios en el mundo de lo ciencia-ficcional.

Es, precisamente, con este relato con el que se hizo acreedor de sendos premios. “Los reyes de la arena” nos narra la historia de un millonario, Simon Kress, que disfruta de tener mascotas extravagantes de procedencia extraterrestre. Es en este afán por ser único cuando consigue a una especie de insectos con mentes-colmena que luchan en un terrario por ser los líderes del territorio y por acaparar la poca comida que Simon les da.

Con esta anécdota, en apariencia sencilla, Martin nos muestra, ya desde entonces, su capacidad para ser un sanguinario que no puede ser odiado por completo, pues sus historias nos atrapan de lleno y nos hacen querer más. Además, sirve como apología crítica del poder. Y con esta historia, que tiene uno de los finales más espectaculares que haya leído, logra todo eso y más. Imprescindible.

“Todos ustedes, zombies” – Robert A. Heinlein

Este relato de Robert A. Heinlein (1907-1988) inspiró la película Predestinación (2014), de los hermanos Spierig. Hay algunos, lectores de ciencia ficción, que dicen que es este el mejor relato jamás escrito. Y tienen con qué. Hay paradojas temporales y una de las tramas más confusas de la literatura que deja corto, incluso, al árbol genealógico de los Buendía en Cien años de soledad (1967).

Es cierto que Heinlein es, junto a Clarke y Asimov, uno de los tres grandes autores de la edad de oro de la ciencia ficción (basta con leer, de igual forma, “…también paseamos perros”, “Las verdes colinas de la tierra” o “Por sus propios méritos”). Y es válido releer este cuento las veces que sean necesarias para poder comprender la enorme paradoja temporal que se desarrolla en la trama. A esto pregunto: ¿Quién es quién en esta historia? Un cuento magistral de un autor magistral (que, por cierto, es mejor cuentista que novelista. Suele pasar).

“El centinela” – Arthur C. Clarke

Otro de los tres grandes de la ciencia ficción. Arthur C. Clarke (1917-2008) es conocido por ser el autor de 2001: Odisea en el espacio (1968). Contrario a lo que se cree, no es en esta novela en la que se basa la obra homónima de Stanley Kubrick, sino en el relato “El centinela”.

Este hombre ha escrito cuento memorables como “La estrella”, un relato teológico-científico que pone en duda la fe hacia Dios, o “Los nueve billones de nombres de Dios”, un cuento corto que habla del apocalipsis desde una perspectiva distinta. Pero es con el cuento “El centinela” con el que se lleva el premio mayor. La obra de Clarke ha sido catalogada en varias ocasiones como ficción dura, puesto que gusta de hacer de la ciencia un punto importantísimo en su ficción; es decir, en las obras de Clarke no hay errores científicos. Hay datos corroborados y a partir de esta realidad es que da pie a su ficción.

Este relato nos habla, en una lectura escueta, de la posible aniquilación de la Tierra a manos de una civilización extraterrestre muy antigua que tiene celos de nuestra juventud. Pero en realidad nos muestra un terreno lleno de exactitudes en la que la ficción pasa a un segundo plano: este relato es político en un sentido estricto y también es alarmista. Un gran relato que, si se lee con profundidad, nos dejará una sensación de miedo muy en el fondo, pero también un rastro mayor de esperanza. Por cierto, Clarke es un maestro de los finales. Súper final.

“No tengo boca y debo gritar” – Harlan Ellison

Los premios que Ellison carga con orgullo en la espalda no son gratuitos. Es un hombre, en verdad, entregado al género: antologador, novelista, promotor, guionista, y fan de la ciencia ficción. Y con “No tengo boca y debo gritar” nos queda claro que es un excelente narrador: ¿Hasta qué punto una Inteligencia Artificial puede ser tan poderosa que al analizar el significado de la palabra “odio” logra calcular su magnitud, descubriendo que odia en demasía a los seres humanos por haberla creado y extingue a la raza humana? ¿Hasta qué punto puede ser plausible que queden sólo cinco personas que esta Inteligencia usa como rehenes para su diversión a través de tortura física y psicológica?

Este relato de Harlan Ellison es uno de los más crudos de la lista. Es una historia que nos atrapa desde el título. Y conforme éste se lee no se puede evitar el miedo y el asco que genera la historia, pues Ellison no escatima en detalles para ofrecernos una de sus obras más reconocidas. Un cuento imperdible de un autor imprescindible.

“Los hombres que asesinaron a Mahoma» – Alfred Bester

Es difícil hablar del fugaz Alfred Bester (1913-1987). Autor de una increíble novela (y otras no tan increíbles) titulada El hombre demolido (1952), hito literario, precursora del cyberpunk, Bester también escribió relatos que vieron la luz (gran parte de ellos) después de su muerte. De estos relatos destacamos “Ya no hacen la vida como antes”, “Manuscrito encontrado en una botella de champagne” y, por encima de todos, “Los hombres que asesinaron a Mahoma”.

Este relato posee un humor increíble, inteligente y, en ocasiones, confuso: la historia nos habla de un científico, Henry Hassel, dueño e inventor de una máquina del tiempo que, al encontrar a su esposa en brazos de otro hombre, decide matarla. Pero no la matará del modo convencional: tomar un arma y asesinarla, no. Henry Hassel viajará a través del tiempo-espacio hasta la época en la que los abuelos de su esposa aún no se conocían y decide matarlos a ambos. Esto no es un spoiler, puesto que la historia, a partir de aquí, toma un giro interesante y muy divertido. Recuerden: “El tiempo es una cuestión privada”.

Nota a los bolañistas fanáticos como yo: presten atención a la Universidad Desconocida, que de este relato salió la fascinación de Roberto Bolaño por el concepto de esta institución.

“Acero” – Richard Matheson

El gran señor del terror fantástico, Richard Matheson (1926-2013) no podía faltar en esta lista. Entre sus obras, una de las más conocidas es la ya adaptada al cine Soy leyenda (1954). Entre sus mejores relatos destacan “Nacido de hombre y mujer”, una historia de corte fantástico que narra la vida de un pobre niño deforme que ve pasar la vida desde un ático, “Lemmings”, “Es la época de ser gelatina”, “Botón, Botón”, entre otras. Ha sido un padre de la ciencia ficción y de la literatura fantástica y de terror.

En esta historia, “Acero”, vemos a un Matheson más amigable y no tan grotesco. La historia nos habla de robots, sí, pero robots que hacen boxeo y generan ganancias para sus dueños. Pero en esta historia, al igual que en varios de sus relatos, hay un dilema moral que debe ser resuelto a la voz de ya o los personajes se verán inmiscuidos en problemas económicos. Es un relato que no nos deja indiferentes, y a pesar de que esta no es una de las mejores historias de Matheson, es un buen comienzo para deslumbrarse después con su vasta obra literaria.

“Los que abandonan Omelas” – Ursula K. Le Guin

De este cuento se desprende una frase que podemos utilizar para nuestro día a día, sobretodo en estas épocas de violencia: “Aceptar la violencia es perder la libertad para todo lo demás”. Usula K. Le Guin es una escritora extraordinaria que escribe novelas larguísimas que se venden como sagas. Entre sus tantos logros hay varios premios Hugo y Nébula. En la obra de Le Guin hay filosofía y entendimiento humano, social.

Este cuento muy breve nos permite adentrarnos en la literatura de una gran escritora feminista y, en ocasiones, tendiente al anarquismo de las últimas décadas. “Los que abandonan Omelas” puede ser un relato que nos habla de una celebración en un país llamado Omelas, en donde la felicidad es latente y la dicha se celebra. Sin embargo, esta dicha tiene un costo muy alto que tiene que ver con el sacrificio de una sola persona, la inocencia de un ser humano. Esta felicidad cuesta. Y a pesar de la dicha colectiva, todos son conscientes del precio que debe pagar Omelas para que la dicha brote en la ciudad. Hay unos que no están de acuerdo. Esos son los que abandonan Omelas.

Un cuento que nos hace pensar en la realidad en la que vivimos: el contraste social, la felicidad de unos pocos a cambio del sufrimiento de otros. Un relato muy actual.

“El gigante ahogado” – J. G. Ballard

Ballard (1930-2009) es un autor difícilmente clasificable, pues sus relatos se mueven con soltura entre la ciencia ficción y el relato fantástico. “El gigante ahogado” no es la excepción. Este cuento, incluido en El hombre imposible (1966), acaso uno de sus mejores volúmenes de cuentos, nos cuenta la historia de un gigante que encalla a la orilla del mar. Como siempre, ante las situaciones fatídicas que existen en el mundo, respondiendo a Ray Bradbury y su relato “La multitud”, una muchedumbre se congrega alrededor del cadáver del gran difunto.

Ballard es un autor incómodo, frío. ¿Qué nos hace humanos en estas épocas de total deshumanización? Este relato, una clara muestra de la obra de Ballard, quien logra crear situaciones inverosímiles que, vistas desde una perspectiva crítica, nos revelan una parte errónea del carácter humano, nos revela una verdad incómoda: somos carroñeros y estamos en esta tierra sólo para destruirla. El antropocentrismo en su máxima expresión. “El gigante ahogado” es una historia no muy agradable en cuanto a anécdota, pero la pluma de Ballard nos otorga una crítica a la sociedad en masa que sucumbe a las más grandes bajezas con tal de alcanzar su propio bienestar y su gozo. Al igual que el relato de Le Guin, es muy actual, pero en otro sentido.

“La última pregunta” – Isaac Asimov

El señor Asimov (1920-1992) no necesita presentación. Al igual que Heinlein y Clarke, es uno de los más grandes autores de la edad de oro. Las inquietudes del autor, reflejadas en sus obras, tienen que ver con el papel de la robótica en la vida cotidiana; es decir, reflexiona acerca de los robots en convivencia perpetua con el ser humano y las implicaciones que esto podría tener.

Esto se ve reflejado en sus obras más conocidas, como La trilogía de la fundación (1942-1957 y 1982-1992), Yo, Robot (1950), El fin de la eternidad (1955) o Las bóvedas de acero (1954).

En este cuento vemos los límites de una super computadora al intentar resolver una pregunta en apariencia sencilla de un par de hombres que trabajan con ella: “¿algún día podrá la humanidad, después del constante gasto de energía que necesita, volver a usar la del universo? ¿Es posible revertir la entropía?”. A partir de esta cuestión, la computadora inicia una recopilación de datos necesarios que tarda miles de años sólo para poder responder esa última pregunta. En este largo periodo de tiempo podemos participar en un desfile de épocas que son narradas a partir de un mismo punto focal: la sobrepoblación y la escasez de recursos naturales en el universo. Una pregunta que preocupa constantemente a los varios personajes atemporales que participan en el relato.

En este cuento, Asimov nos describe un futuro, quizá ya no muy lejano, en el que la sociedad destruye al universo en su eterna ansia de conquista. Y al mismo tiempo nos regala un relato circular, no en el sentido de que termina en donde inicia, sino que vuelve al inicio de la humanidad. Un final con reminiscencias bíblicas que te dejará helado.

Como hemos visto, los relatos de ciencia ficción son muy esclarecedores. Nos otorgan una visión crítica y, en cierto modo, alarmista de nuestra propia sociedad. En ocasiones, lo autores revisan aspectos de nuestra sociedad que nos conducirán, en un futuro, a una catástrofe fatídica o, por el contrario, al anular estos aspectos nos muestran una sociedad mejorada.

Pero ya lo dijo Tzvetan Todorov: “Toda Conquista tiene su precio”. Y en la ciencia ficción nada es gratuito. Es por ello que merece que se le dé una oportunidad. Una oportunidad que valga la pena. Poco a poco este tipo de relatos encuentran el lugar que merecen en el canon literario y llegará el momento en que se vea como un género canónico y no sólo como un subgénero que sirve para “distraerse un rato”, como muchos piensan. Porque en este mundo extraño que crece a pasos agigantados y se mueve constantemente parece que la ficción nos ha alcanzado ya.

Toriz, 2017


Autor: Marco Antonio Toriz Sosa. Estudiante de Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Escribe cuento, poesía y, a veces, crónica y ensayo. Sus cuentos y poemas han aparecido en las revistas Primera Página, Osario, Punto de Partida UNAM y Círculo de Poesía.