De Marímar a Rubí: Cuando el simulacro se hace realidad

La llegada del internet y las nuevas plataformas para disfrutar de series y películas han hecho que el televisor convencional quede cada vez más en el olvido. Si es verdad que las pantallas de plasma siguen vendiéndose como pan caliente, mucho se debe a sus nuevas funciones relacionadas con el internet. Esto nos hace pensar que pronto los contenidos tradicionales que veíamos en tv abierta desaparecerán y junto con ellas las tan satanizadas telenovelas ¿Qué tan cierto es esto?

México siempre fue un país de grandes producciones en el terreno de las telenovelas, incluso historias como María la del Barrio o Marímar, llegaron a  las lejanas tierras de Asia. La telenovela protagonizada por Thalía fue un hit en todas las televisoras mexicanas y latinoamericanas.

Otras obras marcaron el rumbo de la tv abierta entre los años 80 y  90: Cuna de Lobos, Mirada de mujer o Dos mujeres un camino fueron historias que atraparon a un gran sector de la población mexicana. Televisa y Tv Azteca se peleaban por el mejor el elenco, los mejores guionistas o los mejores sets de grabación. Entrados los noventas la telenovela en México alcanzaba su punto cumbre con el ranking a tope y sin ningún otro formato o programa que le hiciera sombra. Todo estaba muy claro, normativamente, el fútbol para el marido y las telenovelas para la esposa.

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No todo el público aceptaba esta forma de entretenimiento, que muchos encontraban vulgar. Si es verdad que muchas historias machacaban la fórmula de la mujer pobre que se encuentra con el hombre rico y exitoso que por circunstancias de la vida terminarían enamorándose, no sin antes pasar por el calvario de alguna villana en potencia, la realidad es que los contenidos enmarcaban muchos otros factores de clase y la reproducción de estereotipos muy incrustados en la sociedad mexicana. Algunas personas decidieron dar la espalda a las telenovelas, y otras más, a ejercer una crítica que hasta nuestros días sigue vigente. «¡Las telenovelas nos idiotizan! Y junto con ellas, Televisa y el fútbol.» Dichas conjeturas pueden ser muy cuestionables y francamente no tendría mucho caso discutir en casos de críticas severas.

Sin embargo, hoy vivimos las telenovelas aun apagado el televisor.  Me explico. Hoy las telenovelas se producen sin grandes cantidades de dinero, elencos espectaculares y enormes sets, hoy la telenovela más exitosa para la tv y el internet se llama Rubí y sus XV años, con el aderezo de un personaje que ya piensa en sacar su línea de playeras, Lady Wuuu. Estos personajes viralizados primero en internet y posteriormente reproducidos en Tv Azteca y Televisa son el claro ejemplo de un proceso de producción que ha superado la convencionalidad de crear personajes e historias, no se sabe dónde empieza y termina la simulación, pues si bien, por más identificación personal que se lograra con el personaje  de una telenovela, sabíamos que la ficción terminaba con los créditos del capítulo o bien, apagando la tv. Con estos nuevos personajes no pasa así, su creciente fama mediática es online y offline, la línea de la simulación se difumina cuando vemos que Eruviel Ávila ofrece unas vacaciones a Valle de Bravo a la familia de la quinceañera, o que el mismo gobierno estatal emprenda un operativo para que las más de 20 mil personas se den cita a los festejos de Rubí.

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Por otro lado, una marca de autos regala un auto a Ladywuuu si consigue llegar a tantos likes y todo esto al mismo tiempo que un par de tipos prenden fuego a un indigente en Chiapas, que un grupo de hombres golpean a la medallista olímpica Ana Gabriela Guevara y  los comentarios machistas al respecto llenan en las redes sociales. Policías retiran a músicos por tocar en la calle, levantan con fuerza a personas y se llevan sus instrumentos. Todo esto y más ha pasado desde que el tren del mame arrancó con este par de personajes. Y es que como bien se dice, vivimos en el país donde “mientras a mí no me pase, no pasa nada”, es sencillo, el culto al espectáculo ha ido cambiando de forma, desde la llamada caja estúpida, hasta las redes sociales, sin embargo, hoy las telenovelas han dejado de ser una simulación, una actuación, una representación para encarnarse en un sector cultural que engrandece y mitifica a estos personajes, mientras por otro lado, el país sigue viviendo su ola de impunidad, de corrupción, de violencia.

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En fin, la recomendación sería que, sea cual sea el emisor: Televisa, Tv Azteca, Facebook o YouTube, seamos responsables de lo que decidimos consumir, de lo que decidimos viralizar y de lo que decidimos compartir, por supuesto que con esto el cambio y la intervención en la realidad será mínima, pero el hecho de ser responsables de lo que se consume es un pequeño paso para discernir entre la realidad y el simulacro, y entonces sí, exigir a las autoridades menos quince años y más respuestas a un sinfín de preguntas que nos deberían alarmar como sociedad, por ejemplo, ¿Dónde está Duarte?

Ángel ArmentaAutor: Ángel Armenta (México-1988)

Estudios en la Academia de Arte y Patrimonio Cultural de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, UACM. Gestor y promotor cultural. Investigador sobre musical y cultura pop.
Director del Festival Heterodoxias.
Columnista para la revista Poolp, Afónica, LetrasExplicitas y ahora Primera Página.