Exégesis de la herida y otros poemas por Demian Ernesto

Presentamos el día de hoy una selección de poesía de Demian Ernesto, un poeta mexicano joven. Ilustración, como siempre, por Cecilia Saucedo.

Confesiones del libertino

Los poemas más bellos que he escrito

yacen perdidos en mi memoria.

 

Mi madre me enseñó bellas palabras

cuando cortó sus delgadas venas.

 

No tuve padre más que en el anhelo

de un llanto justificado que no llegó.

 

Me educaron mis abuelos y el dolor

de saberme un párvulo solitario.

 

Siempre fui el primero en clase por

las ideas malignas de mi cabeza.

El primer beso recibido me asqueó

el primer sexo, me hizo temblar.

 

El amor inmortal que tuve murió

estrangulado entre mis manos.

 

La falacia ha sido siempre la única

verdad de mi alma aristocrática.

 

Desprecio la ignorancia de los poetas

y reverencio la de los proletarios.

 

La maldad me dio igual y la bondad

se esparció en mí como enfermedad.

 

Llamaré a mi biografía: “Sed libertina”

o en su defecto: “Amante del miedo”.

 

Porque al final, nada me importa.

Y nada nunca me importará, nada.

 

Los poemas más bellos que he escrito

están en la biblioteca babilonia.

 

Historia mínima de nosotros

I

Extraviarnos tras lo necesario

necesitarnos tras el encuentro.

 

II

Como si el destinarnos amor

fuera la misión de cada uno.

 

III

Machado tenía toda la razón:

vivir el presente es ser eterno.

 

IV

Y también, Machado estuvo equivocado:

la mujer ideal es más real que el mundo.

 

V

Tú y yo, núbil compañera, trabajamos

el amor por las noches

hasta desvanecernos, sigilosamente

en las tierras de Orfeo.

 

VI

Nuestra historia será fugaz recuerdo,

dulce como la miel espesa del olvido.

 

VII

Pienso lo que digo, pero poco

por eso nos separamos.

 

VIII

Preguntas, si hemos terminado.

Sí mina, pero no del todo.

 

IX

Ahora que vives lejos, puedo

por fin saludarte a diario.

 

Exégesis de la herida

Son los días de alegría olvidados

no sus manipulaciones.

Nunca, pero nunca, son los otros

es el paraíso interior.

O su pérdida.

Es la excrecencia del corazón

no el sida ni el cáncer.

No es la falta de pan ni la sed

es la ignorancia popular.

No es rozar la fugaz felicidad

es la triste consciencia.

Es la cotidiana falta de relámpagos

que iluminen los cirios.

Acaso, el gran lamento de la rosa

que llora bajo la lluvia.

El dolor reside eterno en la nada

alimentando preguntas

de la Quimera.

No está en la última derrota, ¡no!

la herida está más allá.

En ese lugar de misterio y llanto

que llamamos el alma.

 

13933271_10208263164151455_2091686875_nDemian Ernesto: Sociólogo por la UNAM, periodista para el diario Excélsior y principalmente, hombre condenado a la poesía.