La primera vez que yo escuché un poema de Bonifaz fue en una cantina: entrevista con Jocelyn Martínez

 

El día de hoy recordamos la que fuese nuestra primer entrevista, otorgada por la Maestra Jocelyn Martínez, acerca de un poeta por el cual compartimos una gran admiración: Rubén Bonifaz Nuño

 

EPP: La finalidad de esta entrevista no es precisamente que nos hables de Bonifaz por Bonifaz, sino, de tu experiencia, tu vivencia. Lo inevitable es entonces que nos comentes tu acercamiento, como fue ese primer encuentro entre Jocelyn y Bonifaz, o más bien, la obra de Bonifaz Nuño. Más burdamente, cuando es la primera vez que encuentras una obra del autor: que lo lees, que lo escuchas. ¿Qué sientes en ese primer acercamiento?

JM: Bueno, yo quisiera poder decir que conocí a un poeta tan culto como él en la Biblioteca Central o en el Instituto de Investigaciones Filológicas, que lo leí ahí por primera vez o en una clase, pero la verdad es que no. La primera vez que yo escuché un poema de Bonifaz fue en una cantina (risas) lo cual es muy raro ¿no? Fue en una cantina en Texcoco, en donde había un grupo cultural que hacía lecturas de poesía. El primer poema que escuché fue Para los que llegan a las fiestas, y a mí me sorprendió muchísimo. Fue una maravilla; la gente de la cantina se me emocionó mucho. Claro que era un evento programado como lectura de poesía, pero así como podía llegar gente a escuchar poesía, podían estar también los borrachos que iban siempre a la cantina. Ni siquiera un bar, algo bohemio, para nada. Era una cantina de pueblo. En ese momento se me quedó el nombre del autor; quizás llegué a leer un par de poemas más de él, pero solo eso.

EPP: ¿Y esto hace cuánto fue?

JM: Esto fue cuando tenía 18 años. No había entrado aún a la Licenciatura. Ya tenía  lecturas de poesía; en ese entonces incluso escribía, ya después lo dejé por completo. Los poetas a los que yo había leído básicamente eran Jaime Sabines, Pablo Neruda, obviamente, Benedetti, algunos modernistas. Yo tomaba clases de declamación cuando estaba en la primaria; entonces había leído, ya sabes: Gutiérrez Najera, Amado Nervo, Rubén Darío.  Los había leído y los había memorizado. Esa era mi idea de poesía en un inicio. Después fue lo que ya les comentaba. Pero creo que Rubén Bonifaz Nuño si fue algo más para mí. Ya no fue algo tan inmediato. Me pareció que allí había algo muchísimo más complejo, aunque de cualquier forma dialogaba tanto con Neruda como con Sabines. En aquel momento me gustó mucho, pero no hubo mayor acercamiento. En realidad, cuando yo lo retomé ya con intención de adentrarme más fue hasta que decidí hacer la tesis de Licenciatura. Y para eso ya habían pasado cuatro años. Yo pensaba inicialmente hacer una tesis de Rulfo. Y quizás Rulfo y Bonifaz aunque pareciesen tan distintos no lo son, y su mayor diferencia no se encuentra de hecho en el género, sino en el hecho de que Rulfo es completamente regionalista y Bonifaz le canta a la ciudad. Además de que eran personalidades totalmente distintas, opuestas.

EPP: ¿Qué fue lo que te motivó a escoger el trabajo de Bonifaz para tu tesis?

JM: Creo que hay muchas cosas en la poesía que a mí siempre me han llamado la atención y que no son muy comentadas, incluso en la crítica no abundan. Por ejemplo, la narración en el poema, que es algo poco estudiado, y que es inherente a éste. Digo, desde el poema épico esto existe y se ha sigue retomando.  Y otra de ellas, que fue de hecho mi tema de tesis de Licenciatura, es como se habla de los espacios. Esto es algo que me parece clave. Justo por lo que comentaba de la ciudad. La ciudad me pareció algo básico en la poesía de Bonifaz, pero no solo eso; todo lo que implicara un espacio, algo en donde se contuviera algo más, eso era posibilidad de poesía para él. Entonces podía hablar de la ciudad, o del ambiente que se crea en un autobús, o en una oficina, o en un parque, o en un cuarto solo, o en una esquina. Y el espacio se iba cerrando: en un útero, por ejemplo. Y de allí, de los espacios, se desprendían los símbolos.

EPP: Tú tuviste la oportunidad de conocer al Dr. Bonifaz, ¿Qué nos puedes decir de esta distancia que existe por lo general entre el hombre y el poeta? ¿Qué sucede en este sentido con Bonifaz Nuño?

JM: Desgraciadamente yo tardé mucho tiempo en acercarme a él, yo terminé mi tesis de Licenciatura y nunca hablé con él. Lo llegué a ver en alguna plática que dio en la Biblioteca Central. Para ese entonces él ya era una persona de edad avanzada. Tendría unos 80 años que quizás no es tan grande, pero por cuestiones de salud estaba poco habilitado incluso para hablar, para sentarse, para caminar. Ya casi no veía. Fue extraño entonces ver precisamente ese contraste que tú me dices del poeta frente a la persona de todos los días. Cuando lo conocí, yo estaba haciendo la tesis de Maestría. Entonces él tendría 85 años talvez, prácticamente no veía nada, según yo nada. Escuchaba muy poco, solo escuchaba del oído derecho, había que hablarle muy fuerte. Lo fui a ver unas cuatro veces cuando mucho. Había días muy buenos, días en que podía articular muchas palabras, en que estaba muy lúcido, pero también había días no tan buenos, en que parecía incluso que todo estaba confuso dentro de su cabeza. Confundía tiempos, personas. Él estaba en su oficina, como te digo, a veces muy bien y le daba mucho gusto que fueras. Creo que nunca me reconoció aunque lo fui a ver también al terminar mi tesis de Maestría para dársela.

EPP: ¿Podría decirse entonces que tú conociste más a Bonifaz Nuño por su obra, que por su persona?

JM: Sí, definitivamente. Yo leí toda su obra poética. La leí primero por gusto, solo los poemas que me gustaban, solo los poemarios que me gustaban; creo que es un camino natural. Después me obligué a leerla toda. Hay poemarios que no me gustan tanto, o que me gustan muy poco, pero incluso en ellos, encuentro maestría; puedo reconocer a Bonifaz por diversas razones.

EPP: ¿Cuáles serían tus poemarios o poemas favoritos y aquellos que no les tienes tanto aprecio?

JM: Hay varios. De los que más me gustan están obviamente Fuego de pobres, que es de mis favoritos. Estos poemas en donde trata los temas de la pobreza, del orgullo. Claro que a mucha gente no le gusta porque es una figura muy machista la que se lee en Bonifaz. Es así, pero a mí me gusta. Me gusta como habla, como dice las cosas: los valores que el plasma. Uno de los que no aprecio mucho es Pulsera para Lucía Méndez. Los poemas no son malos, son sonetos, son medidos, son muy divertidos: las referencias a las novelas, a Lucía Méndez. Se muestra al macho derrotado, hay mucha alusión a las canciones rancheras, a ese tipo de cine donde el hombre es vencido porque no tiene dinero o porque está viejo. Pero aún ante eso no es de mis poemarios favoritos.

EPP: Retomando un poco lo que mencionas del machismo; cuando se habla de machismo es sinónimo de rechazo. Es una palabra difícil de pronunciar en estos días, sin embargo, cuando se habla del machismo en la poesía, y más específicamente en la poesía de Bonifaz, ¿qué sucede allí? ¿es tolerado? Y si es tolerado ¿por qué?

JM: Eso es complicado. En algún poema de Albur de Amor Bonifaz utiliza el verbo “me amacho” o algo parecido, pues como te decía, tiene todas las referencias a la música ranchera y al bolero, que son géneros sumamente machistas. Creo que se tolera por varias razones: primero, Bonifaz fue criado por personas del siglo antepasado, el nació en 1923, tuvo que ser criado por gente nacida en el 1800. Creo que en parte por eso se le tolera. También es por el respeto que se le tenía como académico, como poeta y como persona. Y creo que la otra razón es porque existe de hecho una tradición en que se asume que la poesía es así; que el poema es machista y punto, y que la mujer es a veces como un premio. Así es en la poesía de Bonifaz. Lo interesante es que Bonifaz puede poner a la mujer como inalcanzable, como una reina, pero al mismo tiempo, en otros poemas, puede poner a una mujer completamente mundana,  que va al mercado, que regatea por un kilo de jitomate o de papas, que teje su ropa o da clases, no sé.  Puede de hablar mujeres sublimes o todo lo contrario.

EPP: Ahora, apartándonos del tema. ¿Qué hay de su muerte? ¿Cómo viviste el fallecimiento de Bonifaz?

JM: Me sorprendió mucho que cuando falleció mucha gente me mandara mensajes o me hablara por teléfono para expresarme sus condolencias, como si fuese un familiar mío o algo así. Claro que me dolió, me pareció algo muy triste, pero al mismo tiempo me pareció que no había mayor sufrimiento en alguien como yo que no lo conoció en ese sentido. Además, Bonifaz vivió muchos años e hizo todo lo que quiso. Creo que en la poesía de Bonifaz se expresaba un sentido hedonista de la vida; hubo siempre un disfrute y un placer por todo lo que hizo, entonces, creo que no había cabida de una lamentación. Además, en muchos de sus últimos poemas y entrevistas se lee que a él le dolía estar vivo así: con los sentidos debilitados, sin ver, sin escuchar bien, sin poder razones perfectamente. Aun cuando se mantenía trabajando creo que le dolía eso: la vejez. Para él la vejez era peor que la muerte.

EPP: ¿Cuál fue la tesis de tu tesis? Tu afirmación.

JM: Bueno, ambas tesis fueron de Bonifaz. La de Licenciatura fue sobre los espacios; la importancia que tienen los espacios en la construcción de sus poemas y como van más allá que solo mencionarlos, pues se crean imágenes por medio de estos espacios. La de Maestría está relacionada de alguna forma con su vida, tiene que ver con la ceguera. La tesis es algo pantanosa, te puedes caer fácilmente en ella, pues afirmo que sus poemarios que tienen la presencia de la ceguera y por lo tanto se generan imágenes que en lugar de apuntar a la vista, se ocupan de los demás sentidos, sin importar en que año se hayan escrito, la mayoría de sus poemas tienen esta referencia. Aunque él perdió la vista hasta los 80 años siempre supo que se iba a quedar ciego. Siempre tuvo conciencia de eso. Necesitaba aprender a sentir y a escribir sin ver.

EPP: Se tuvo en algún momento la certeza de que Rubén Bonifaz Nuño era el próximo poeta trascendental de México, de la mano con Octavio Paz.  ¿Tú que crees que le debe el mundo literario a Bonifaz Nuño?

JM: Creo yo que lo que falta es lectura. Eso le debemos a Bonifaz. El problema con sus poemas es que mucha gente asume que su trabajo es solamente de traductor, que es de Letras Clásicas y que seguramente su poesía es académica. Otros asumen que como Bonifaz era trabajador de la Universidad su poesía es inevitablemente mala.  Lo que falta entonces es leerlo, el mundo le debe lectura a Bonifaz. Creo que en cuanto lees algún poema suyo no hay manera de decir que es malo, aburrido o académico. Hay muchas posibilidades para todo tipo de lectores en su poesía. Tan es así que yo lo conocí en una cantina y allí fue ampliamente ovacionado.

EPP: Existe algo entre prácticamente entre todos los poetas; mientras su obra avanza se aleja poco a poco de las formas tradicionales y de las figuras establecidas. Esto es evidente en Bonifaz si leemos primero un poema de La Muerte del Ángel y después uno de As de Oros. ¿Por qué sucede esto en Bonifaz? ¿Y crees que es una señal de madurez o no necesariamente?

JM: No sé si madurez, pues verlo como una evolución me resulta complicado. Si siguiéramos esa idea tendríamos que decir que algunos poemarios son mejores que otros pues fueron escritos después, y me parece esto no sucede así. El asunto con Bonifaz es que al él criarse en una época de poetas muy formales y decimonónicos, lo que a él le interesaba era trabajar la forma, alcanzar la perfección. Bonifaz Nuño era un obsesivo, entonces, lo primero que él hizo fue escribir poemas perfectamente medidos.  Sin embargo, en algún momento, alguien le aconsejó que si le gustaba escribir, escribiera como alguien a quien le gustara. Copió moldes: intentó escribir como Darío, como Petrarca, como Alberti. Esto en un inicio. Y con estas formas ganaba concursos de los Juegos Florales, que son el antecedente del Premio Aguascalientes, y si no los ganaba al menos quedaba muy bien parado. Posteriormente le dejó de interesar el soneto, pero para ese entonces ya lo dominaba: podía hacer los sonetos que quisiera.  Pero, aunque se alejó de esa forma, conservó el endecasílabo. Aunque a veces encuentres versos que aparentemente no están medidos, siempre lo están: endecasílabos, decasílabos o eneasílabos que fueron sus formas preferidas. No era un poeta que escribiese en verso libre. Era un poeta muy riguroso: eso era para él la poesía.

EPP: Si tuvieras el poeta aquí, frente a ti, y pudieras decirle algo, preguntarle algo, agradecerle algo ¿Qué sería?

JM: Algo que me hubiese gustado hacer y que nunca pude hacer por diversas razones, habría sido escuchar un bolero con él. Ni siquiera preguntarle algo, solo eso, escuchar con él su bolero favorito. Eso me habría gustado.

 

13936477_633260693522217_7205924_nJocelyn Martínez es  Maestra en Letras Mexicanas por la UNAM. Obtuvo el grado con el proyecto “Del letargo a la hiperestesia. El cuerpo y los sentidos como vía de iniciación a la poesía Bonifaciana”. Actualmente cursa el Doctorado en Letras en la misma universidad. Se ha especializado en el estudio la obra poética de Rubén Bonifaz Nuño y lleva a cabo una investigación sobre la poesía de Francisco Hernández. Fue Becaria del Instituto de Investigaciones Filológicas en el Macroproyecto “La enseñanza del Español en México”. Ha participado en congresos, coloquios y jornadas académicas nacionales e internacionales. Es miembro fundador del Seminario de investigación en poesía mexicana contemporánea. (extraído de la página del Colegio de Letras Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM)

 

 

 

 

Revista Primera PáginaAutor: Revista Primera Página
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