Farabeuf es un acto de amor: entrevista a Paulina Lavista

Esta entrevista fue originalmente publicada en el número 5 de la Revista Primera Página. 

EPP: Editores Primera Página

PL: Paulina Lavista

 

EPP. ¿Qué relación tuvo usted con la creación de Farabeuf?

PL: Yo todavía no era su esposa cuando escribió la novela, Salvador me llevaba trece años. Lo que sí viví con él fueron las traducciones de Farabeuf. Él la escribió con su primera mujer, Michèle Albán y se la dedicó. Precisamente, para la exposición, ella prestó el primer manuscrito de Farabeuf que está colgado. Claro, me platicó muchas cosas porque fue muy importante para él, ya que fue ese el libro que lo proyectó como literato.

EPP: ¿De dónde vienen las fotos de la tortura china?

PL: Esas fotografías ya se conocían. El maestro José de la Colina compró un libro de Bataille, “Las lágrimas de Eros” y ahí viene la foto del chino. Cuenta José que cuando Salvador lo vio se quedó hipnotizado y a partir de ahí comenzó a gestarse la novela. Pero no fue el único factor. En ese momento estudiaba chino en el COLMEX y se encontró el manual de cirugía en la Lagunilla. Además de su pasión romántica por la poesía y el cine. Salvador tuvo una vida muy especial, de muchos viajes. Vivió en la Alemania Nazi, luego en California y la juventud en Canadá; además de su beca en París. Fue todo un conjunto de elementos. Las fotos del chino son fotos que están en internet y cualquiera las puede ver. Dicen que Cortázar la menciona pero no la utiliza. La peculiaridad de Salvador fue su trabajo sobre la foto en muchos sentidos, haciéndose preguntas sobre los verdugos, sobre el momento de morir y, sobre todo, de la tortura. He sabido por mí misma, y porque hablé con Salvador, que el torturado tiene un límite y al cruzar este límite entra en una especie de éxtasis en el que el dolor se convierte en un placer. Salvador escribió Farabeuf muy joven, a los treinta y un años; no obstante es una novela muy madura, llena de referencias culturales muy elevadas.

El torturado tiene un límite y al cruzar este límite entra en una especie de éxtasis en el que el dolor se convierte en un placer.

EPP: ¿Podemos referirnos a Farabeuf como un poema largo?

PL: Decía Castañón que la abría en cualquier lugar y es indistinto. Pero también tiene un suspense policiaco que culmina en una ceremonia que nunca llega. Combina la superstición, el recuerdo, la memoria, el olvido, el amor y la estrella de mar.

 

EPP: ¿Cuál fue la recepción de Farabeuf?

PL: Fue contundente en los literatos; variada porque, naturalmente, fue un shock. La gente no esperaba una novela tan cruenta; por aquello del supliciado. Él escogió una pose de las cuatro fotos que están en la exposición pero la secuencia es muy grande.

 

EPP: ¿Qué edad tenía usted cuando se publicó el libro? ¿Lo leyó?

PL: En 1965 yo tenía… veinte años. Y claro que lo leí pero no entendí absolutamente nada. No tenía la cultura para entenderle.

 

EPP: ¿Y cuando vuelve a acercarse al texto?

PL: A lo largo de mi vida con él lo leí varias veces. Hice un programa de televisión, un video para CONACULTA. Allí lo entrevisté acerca de la novela. Lo volví a leer y, sobre todo, me metí en el manual y en sus grafías chinas. Ahora que murió encontré más cosas. Yo creo que él no supo el alcance de su novela. Hay muchos escritores jóvenes que lo están retomando. Cincuenta años después permanece su lectura y eso es, para mí, lo más importante. Eso quiere decir que el escritor cumplió su función, que el libro sigue impactando.

 

EPP: ¿Cómo vivió Salvador la relación muerte-erotismo?

PL: Salvador era un apasionado, le encantaban las mujeres. Y esto lo plasma, Farabeuf es un acto de amor. Es la tendencia natural de hombre de lastimar lo que más le gusta. Lo hombres tienden a lastimar a las mujeres a pesar de que las aman. Pero lo que, personalmente, me parece extraordinario son sus reflexiones sobre el recuerdo y la memoria. Crea un ambiente único.

Farabeuf es un acto de amor. Es la tendencia natural de hombre de lastimar lo que más le gusta.

EPP: ¿Qué hay del Teatro instantáneo del Dr. Farabeuf

PL: Es muy curioso que mencionen este capítulo. Hace poco revisé el original absoluto, que no conocía, y ese capítulo lo aumenta. Todo esto que les comento va a salir en un libro que va a publicar el Colegio Nacional. La edición conmemorativa de Farabeuf. El rescate de la obra de Salvador, de sus diarios, y todo el trabajo que estoy realizando acerca de él, lo realizo gracias a un apoyo que me otorgó el FONCA.

 

EPP: Alejandro Toledo publicó en una página web fragmentos de sus charlas con Salvador y afirma que él no le tenía miedo a la muerte. ¿Cómo fue la experiencia de Salvador frente a la muerte?

PL: La de un gentleman, fue siempre un caballero, una persona que ante la muerte no se doblegó nunca. Impresionante. Bajó hasta el último día con su blazer; escribió hasta el día veintiséis (murió el veintinueve de marzo de 2006). Lo llevó con una gran filosofía y elegancia. No daba lata, era muy discreto como enfermo. Realmente extraordinario. Hay un diario de la muerte, donde apuntó todo lo que vivió. Siempre fue muy viril. Se bañó todos los días, como pudo; y siempre bajó vestido a su jardín, a escribir su diario.