Camaradería y poesía. Max Rojas por Iván Cruz (fragmento)

[…]

Yo publico mi primer libro de poesía en 2005 que se llama Tiempo de Guernica. A finales de ese año, por Noviembre, una amiga común entre Max y yo, Mária Cruz, me invitó a una lectura de poesía en Iztacalco donde iba a estar Max Rojas. Cuando terminó de leer me acerqué y le di mi libro. Le dije que era un placer conocerlo y él fue muy amable y recibió mi libro. Allí quedó todo en ese momento. Fue hasta en 2006 que Mária Cruz me habla y me dice que Max quería platicar conmigo.

Fuimos al Café la blanca, que está en 5 de Mayo casi con Isabel la Católica. Fuimos y Max estaba muy contento. Él había sido militante comunista, absoluto creyente del stalinismo en su momento. Un comunista de la vieja guardia que no podía ser doblegado fácilmente, con él siempre tenías que estar argumentando, fundamentando tu postura política e incluso tu poética. Mi libro era enteramente poesía política, aunque yo no estaba dentro de una poesía comunista, socialista ni nada por el estilo. Más bien era una poesía de la desesperanza. En ese libro hablo de lo que pasó en Acteal, de lo que pasó en Irak, del 9/11. Max era el poeta más enterado de las cosas que pasaban en el mundo que yo conocía hasta el momento. Era un crítico total, siempre estaba hablando de esas cosas y te pedía tu opinión. Y a él le alegraba que alguien estuviera hablando en su poesía, él ya estaba harto de la poesía rosa. Allí fue donde empezó en realidad mi relación con Max. Íbamos a tomar café, siempre a algún café del centro. Sobre todo uno que había en Gante, que ahora ya no existe. Y eran pláticas. Sobre todo sobre  poesía y sobre política. Eso fue lo que nos mantuvo cercanos. Así pasaron el 2006, 2007 En 2008  yo ya sabía que Max tenía en creación este libro, Cuerpos. Él tenía muchos amigos poetas de mi edad o un poco más grandes. También conocía a la gente de Verso destierro que le habían publicado Ser en la sombra en 2006, y estaban ya viendo la posibilidad de publicar con ellos estos Cuerpos. Max los había dividido en Cuerpos 1¸Cuerpos 2, Cuerpos 3, hasta los veinticinco que tiene. La asociación de escritores de México, donde Max también tenía amigos comienzan a pensar la publicación. Se reúnen para esta labor cuatro editoriales: Verso destierro, Literal, Fridaura y Generación espontánea. Deciden sacar los primeros cuatro Cuerpos, en 2008 salen los primeros tres, en 2009 sale el cuarto. Hasta allí alcanzó el ímpetu. Para esto Max gana el premio Carlos Pellicer por el primer Cuerpos. Para esta época Max y yo ya éramos muy amigos. Por primera vez Max me dejó llegar hasta su casa, convivir con él y con su esposa. Aunque Max era una persona muy amable, el que Max te abriera las puertas de su casa ya era otra cosa. Finalmente su familia era su familia.

Fue una experiencia muy padre. Esto me permitió conocer otra época que yo desconocía. Cuando platicábamos Max, su esposa y yo, evidentemente lo único que yo hacía era escuchar. Contaban por ejemplo, de cuando ambos estuvieron en las elecciones para diputado federal de Raúl Macín, uno de los comunistas más notables del Partido Comunista, en el setenta y nueve. Me platicaban todo lo que estaba sucediendo en esa época. Y yo solo podía escuchar. Les hacía una que otra pregunta pero solamente eso. Allí estaba conociendo una faceta del país que yo desconocía totalmente, al menos así, las entrañas, con esa minuciosidad. Tanto Max como su esposa pintaban para mí el paisaje de una ciudad que era totalmente distinto al de ahora.

Obviamente este tipo de interacción suscitó que creciera la confianza entre nosotros dos, hasta llegar al punto de que por ejemplo, Max me dijera “Oye, me acaban de marcar de Conaculta, que quieren publicar los primeros seis libros de Cuerpos. Ayúdame a editarlos.” Max sabía que yo estaba muy metido en la edición, y pidió mi ayuda, en parte porque él ya no veía muy bien. Esa edición que salió de Cuerpos en Conaculta, yo ayudé a Max a editarla. Que además era un trabajo brutal para dos personas, eran seis apartados y casi setecientas páginas. Los dos primeros libros si los editamos muy bien, casi los dejamos limpios. A los otros cuatro solo le dimos una repasada. Le ayudé a Max a re-acomodar versos, a quitar algunas cosas. También a redactar la nota preliminar. Yo leía para Max el libro y él me decía “Quita eso, corta esto otro”. Fue una labor titánica.

Era la primera vez que Max se sentaba a editar su propia obra. Él había sido editor y corrector de estilo en varias editoriales, pero con su trabajo poético era muy descuidado. Él publicó El turno del aullante en 1971, en una edición de autor. Se negó a revisar galeras, a hacer corrección de estilo. Prácticamente el trabajo editorial lo hizo el impresor y entregó un producto. Tú ves el libro y evidentemente lo hizo un impresor, no tiene ni pies ni cabeza. Era un trabajo hecho al aventón. Pero eso saciaba la necesidad de Max de publicar el poemario. Él decía “Tenía que publicar ese libro. Yo sentía que me iba a morir, que esos poemas se iban a quedar inéditos”. E impulsado por esa necesidad es que los sacó.

Finalmente en 2011 sale Cuerpos en Conaculta, evidentemente ya con la labor de los correctores de dicha dependencia, que fueron los que hicieron el trabajo editorial realmente. Pero para ese momento Max quería sacar una nueva edición de El turno del aullante y de Ser en la sombra, y para entonces ya había nacido Malpaís y le digo: “Max, vamos a sacarlo en Malpaís. Pero vamos a editarlo bien, vamos a cuidar la edición, nunca lo has hecho con esos poemas”. Yo tuve que digitalizar los poemas, los imprimí y se los llevaba a Max. El leía y quitaba versos, fue una depuración total, Obra primera, es la versión definitiva de esos poemas, según el propio Max.

Este libro de Max, Obra Primera¸ fue el primero que publicamos en Malpaís y fue una labor titánica. Desde el diseño. Fue un trabajo conjunto, no solamente del diseñador o los editores. Para este libro escogimos un eje temático para que la situación con la ilustración no se disparara y en una página hubiese una viñeta deTerminator y la siguiente una de naturaleza muerta. No tendría ningún sentido. Entonces buscamos que podía aportar visualmente el libro. Y lo que el diseñador encontró fue uno de los alter egos de Max que son los perros. El perro siempre aparece tanto en su narrativa como en su poesía. De una u otra forma. Bajo esa idea trabajamos este primer libro. Buscamos trabajar el humor negro tan cabrón que tenía Max, y a él le fascinó. Obra primera salió en 2011, y solo fueron 500 ejemplares. No entró a librerías. Max no era una persona a la que le importara ver su nombre en las vitrinas. Hicimos todo una gira para promocionar ese libro, y Max nos acompañó. La presentación del libro fue en el Museo del fuego nuevo en Iztapalapa, que está en el Cerro de la estrella. Habrán llegado unas cien personas. Y de esas cien ochenta compraron el libro. Ya en ese momento había avanzado muchísimo la venta. Y no era precisamente barato. Costaba doscientos pesos. Era un poco caro por el cuidado de la edición, por el formato. Era un libro grande, que fue hecho así precisamente para que Max pudiera leerlo, pues ya no veía bien. Además de esa presentación fuimos a Morelos, a Oaxaca, a Guerrero a Michoacán. Y Max fue a todas. Así lo quiso él. Nos dijo: “Quiero que esto sea así. Quiero conocer a la gente que lee mi poesía”. A Max lo dominaba la camaradería. No le interesaba presentarse en lugares grandilocuentes o leer sus poemas en Bellas Artes. Él estaba donde y con quién se sentía mejor. Finalmente era la primera vez que editaba un libro suyo con amigos. Tenía toda la confianza de decir “Quiero hacer esto” y lo hacíamos. Nosotros, todo el equipo de Malpaís, lo veíamos como un camarada.

[…]

Entrevista completa aquí.