«Viento de libertad»: La emancipación como alternativa de vida

En tiempos de discursos fascistas, de construcciones de muros, de discriminación e intolerancia, toda obra artística y creativa representa una arma alternativa a la violencia: un camino distinto con miras hacia la libertad. Por ello, son necesarias las manifestaciones como Viento de libertad, cuyo principal propósito destaca en denotar la perseverancia por alcanzar la liberación del poder a pesar de los conflictos o trabas sociopolíticas. Ballon, en alemán, del director Michael Bully Herbig es una película alentadora, con un mensaje directo y una historia con mucha tensión bien contada.

En la Alemania Oriental, en el año de 1979, el anhelo por la libertad permea la atmósfera. Más aún cuando existen remembranzas del castigo y la violencia a causa del abandono de la zona oriente de Alemania. La audacia y el ingenio se conjuntan en dos familias que buscan cruzar el muro de Berlín para llegar al Este. La censura y la tensión de la Guerra fría provocan una búsqueda incesante de las autoridades luego de un primer intento fracasado por conseguir una nueva vida en otros aires. ¿Podrán conseguirlo al abordar un globo aerostático cruzar la frontera?

La familia Strelzyk (Tilman Döbler, Karoline Schuch, Friedrich Mücke, Jonas Holdenrieder)

Viento de libertad es una película redonda. La problemática, dentro de la narrativa, se desarrolla de forma natural desde el principio hasta el final. Pareciera ser, luego de los primeros minutos, que la historia puede derrumbarse, pues pronto pareciera que aparece el momento central del filme. Sin embargo, resulta ser más bien un pretexto que da pauta a una serie de dificultades que se distienden exitosamente.

En el fondo, Michael Bully realiza más bien una película con tintes policiales. El héroe, en este caso colectivo, son las dos familias que intentan llevar a cabo la proeza de armar un globo aerostático en busca de su libertad; el villano, Seidel (Thomas Kretschemann), quien encabeza el poder autoritario y represivo mediante la frialdad de todo buen cazador.

Es curioso que, a pesar de que el cuadro enmarque una trama policial, no exista jamás un contacto directo entre Seidel y las familias. Tal resulta ser uno de los puntos de tensión y nerviosismo que el director alemán bien lleva a la práctica. La persecución, entonces, se vuelve el elemento central de la película que a la larga se unifica con la (im)posibilidad de crear un nuevo globo para cruzar el muro de Berlín.

Doris (Karoline Schuch) y Andreas Strelzyk (Tilman Döbler).

La tensión se genera por detalles mínimos o escenas que, en principio, parecieran ser intrascendentes, pero que terminan por determinar el desenlace de la trama. Constantemente hay una sensación de cercanía entre las autoridades y los Strelzyk.

Asimismo, la fotografía está muy bien lograda. Hay tomas que refuerzan la ambientación que la película plantea y momentos hasta cuando se juega con el espectador. El primer intento del vuelo se retrata de buena manera al visualizar todo en un primer plano desde el cual se logra la ilusión de que el público mismo está en el globo. Los momentos principales de la película, los vuelos en el globo, también son representantivos por el contraste entre la combinación de colores y la oscuridad de la noche.

La atmósfera también es un buen logro que se construye desde la explotación de los espacios físicos (el juego entre la ciudad y el espacio natural, por ejemplo), hasta las actuaciones destacadas por parte de todos los protagonistas de la historia: los «buenos» que constantemente huyen y los «malos» que encarnan la frialidad y lo despiadado del ser humano.

Este último punto presenta las dos caras de la misma moneda. A pesar de la nula interacción entre ambos «bandos», también hay un contrapunto entre ellos. La esperanza y la deshumanización se ponen en relieve para incluir, dentro de la narrativa, tensiones amorosas, el valor de la familia, la importancia de los lazos amistosos y la complicidad para alcanzar objetivos en común. Es éste el mensaje de amplio espectro de la cinta de Bully Herbig.

La pertinencia de la historia radica también en su vuelta al pasado. El retomar un contexto tan volátil y tenso como el de la Alemania dividida durante la Guerra fría es un acierto en este caso, pues favorece la conformación de toda la historia. La emancipación, el separatismo, se exhibe como una vía alterna a desahogar la asfixia del poder. No es casual también que en la actualidad existan fenómenos de migración masiva que planteen la misma salida. La opresión, la desigualdad, el sentimiento dentro de la subjetividad individual y colectiva de incompletitud provocan la búsqueda de nuevas salidas: la emancipación.

Viento de libertad es una película robusta, con una trama bien trabajada, con momentos de tensión y una planteamiento que en ningún momento decae. Definitivamente presenta otra alternativa en carteleras, más allá del cine hollywoodense o las burdas comedias mexicanas. Su estreno está programado para el próximo 6 de diciembre. No te la pierdas.